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Maricuela y la evolución de los referentes de vida

No falla. Una mujer longeva y lúcida, de vida abarrotada de vivencias, se vuelve al final un ser de luz que es capaz de aniñar la sabiduría en sentencias que son un auténtico evangelio de la existencia. Así era Maricuela. Sabiamente graciosa desde su inmensa pequeñez de cuerpo en perpetua resistencia. Un auténtico referente cuya desaparición deja un vacío lleno de memoria y otro para el desasosiego. Asomarse a los iconos de nuestros adolescentes y jóvenes es constatar el cambio de era.

A quienes trabajamos con ellas y ellos diariamente nos llegan los ecos de esos referentes con quienes "conviven" en el universo de sus móviles. Concretamente, a través de Instagram, TikTok y Youtube. Por este orden, según los últimos estudios de consumo digital adolescente y juvenil. En realidad, figura en primer lugar WhatsApp, pero éste es el gran canal para compartir contenidos de las redes anteriores y, si se tercia, viralizarlos. A partir de ahí, se construye opinión sobre las pequeñas y grandes cosas de la existencia.

Ya son legión los "creadores de contenido", denominación con la que se presentan y organizan eventos, auto-homenajean y premian sin que quede muy clara la diferencia entre quienes abren espacios virtuales para compartir saberes y aquellos que hablan de sí mismos y luego opinan desde una impúdica y temeraria vacuidad.

Quede claro que soy ferviente defensora de la utilidad de las redes y –seguramente como la mayoría de ustedes– convivo felizmente con nuestro universo virtual paralelo. Hago vida en él, encuentro mis propios referentes para según qué intereses y celebro la posibilidad de comunicación que me ofrece, desde mis círculos más íntimos a los distantes, aunque apreciados. Pero la labor de criba y hasta bloqueo es permanente. Todo el rato se abren grietas.

Hace poco Instagram me ofreció el perfil de una joven mexicana rica que dedica gran parte de su vida a comprar moda para hacer "unboxing" ante cámara, es decir, sacar lo comprado de los paquetes. Ignoro qué algoritmo la trajo a mí, que no gano en un mes como profesora lo suficiente para uno solo de esos bolsos y necesitaría mínimo un semestre para uno de sus "outfit". Ser joven y rica es un planazo, me susurra una voz desconocida, como salida de la propia pantalla. "No tuve infancia ni juventud", decía Maricuela.

Verán, no se trata de instalarse en el escepticismo con respecto a las generaciones que vienen. No pudieron guerras e injusticias con tantas Maricuelas y ¿van a hacernos claudicar unos algoritmos? Tal vez toca entender que nosotras y nosotros podemos ser referentes y brindadores de referencias para los nuestros. No es tan difícil. Pero lleva su tiempo. Habrá que quitarlo de las pantallas.

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