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Memorias 1

"El Evangelio pesa más que 'El Capital', porque exige más si lo vives"

Conchita Valdés, en el Sanatorio Adaro, durante la conversación con LA NUEVA ESPAÑA. fernando rodríguez

Conchita Valdés se recupera estos días de "dos tromboembolismos pulmonares y de una insuficiencia coronaria" en el Hospital Adaro de Sama de Langreo. Pero ya en proceso "de cura y de rehabilitación", y con voz fuerte, relata sus "Memorias" para LA NUEVA ESPAÑA en esta entrega y otra más, mañana, lunes. Declarada "militante cristiana y comunista", insiste en que "si pones 'El Capital' de Marx en una mano y el Evangelio en la otra, pesa más el Evangelio, porque exige más si lo vives en lectura de hoy en día". Para ello "hay que fijarse en muchos parrafinos, como cuando los apóstoles le dijeron a Cristo: 'Tienen hambre', y Él les respondió: 'Dadles de comer'". En el presente, "decimos: 'Hay seis millones de parados; dadles trabajo, señores del Gobierno".

Antes de militar en el Partido Comunista, Conchita Valdés vio que "de cara al pueblo, había más compromiso en la izquierda que en los católicos, que no se movían. Y nunca se movieron, y a mí me encendía la sangre, aunque sí se movió la JOC", la Juventud Obrera Católica, en la que ella se inició. En el PC fue responsable de la comarca del Caudal, "y después ya fui del comité regional y luego del comité central, y concejala y diputada regional". En el presente, "estoy en la comunidad cristiana de San Pedro de Mieres, con actividad militante que compagino perfectamente con la actividad del partido, aunque ésta descendió mucho porque en diciembre hago 80 años".

No obstante, "todavía me llaman para que vea algunos informes porque estamos en plan de hacer un estudio de lo que es IU y por dónde tenemos que tirar". Conchita Valdés opina que "hay que ponerse al día, pero no debemos tener miedo a Podemos, aunque no se puede negar que es un revulsivo". Sin embargo, "un Partido Comunista no puede permitir su ascenso, como no debíamos haber permitido que el PP haya llegado donde llegó".

La veterana militante defiende que "en política se pueden hacer muchas cosas sin insultar y sin violencia, pero puedes ponerlos colorados, o pueden ponernos colorados, como ahora con el señor Villa". Conchita Valdés reconoce que el "caso Villa" "pone colorada a toda la izquierda, porque para mí Villa era un ídolo que traspasaba las fronteras de Asturias y de España, ya que era un ejecutivo de la Confederación Europea de Sindicatos". Así pues, "era la imagen obrera de España, sobre todo de los mineros". Al tiempo que manifiesta estar "encantadísima con el equipo médico y el personal del Adaro, por su amabilidad, sabiduría y cariño", Conchita Valdés evoca su vida.

Vencedores y franquistas. "Nací el 13 de diciembre de 1934, en Turón. Mi padre, Cristóbal, era guarda jurado de Hulleras de Turón, y mi madre, Severina, ama de casa. Fui la mayor de tres hermanos y le sacaba 14 mese a mi hermana Pepita, que murió bastante joven, y diez años a Cristóbal, que trabajó en Ensidesa y vive en Avilés. Nací en el seno de una familia muy católica por ambas partes, y muy de derechas. Tanto que mi abuelo paterno y el materno eran de la CEDA de Gil Robles y después de la guerra fueron de los vencedores y franquistas. Eso era lo que se respiraba en mi casa. Cuando tenía 19 meses me llevaron a vivir con mis abuelos paternos, Engracia y Pepe. Ellos sólo habían tenido un hijo, mi padre, y estaban deseosos de una nena, así que cuando nació mi hermana no lo vieron mejor. Eran tiempos malos y la guerra se veía venir. Mis padres dijeron: 'Bueno, llevaila hoy, pero traeila mañana'. Y estuve con ellos 33 años, hasta que murió mi abuela. Ella me contaba que en la Revolución del 34 le habían desvalijado la casa y que se llevaron hasta el fierro, las arandelas y el paletón de la cocina. Y mi abuelo, conocido como Pepón Valdés y que era jefe de los municipales del Ayuntamiento de Mieres, estuvo escondido. Tengo que decirlo en agradecimiento y reconocimiento a unas personas que socialmente son despreciadas".

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