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Un negocio en el que no hay competencia

La fiebre por las salas de escape se ha desatado en Asturias en los últimos meses. "Durante un año, prácticamente, éramos los únicos que lo hacíamos en Asturias. Llegamos a pensar que no se instalaría nadie más. Pero de golpe, abrieron varios compañeros", relata Verónica Martínez, de Escape Real. En la actualidad, hay diez salas abiertas en la región, dos de ellas con dos historias, y otras tres en preparación. Todas están en Oviedo, Gijón y Avilés.

Aunque ese calificativo de "compañeros" pueda parecer reflejo de un corporativismo, en realidad la colaboración entre la mayor parte de estas salas es activa, hasta el punto de promocionarse unas a otras en su propia página web. Esto se debe a una singularidad del negocio de las salas de escape: la gente no repite.

"Ése es el mayor hándicap de este negocio: la gente no vuelve. Una vez que haces el juego, que conoces todos los mecanismos y cómo superar las pruebas, no tiene sentido repetir. Alguna vez pasa, pero es muy poco habitual y suele ser gente que vino con un grupo de amigos y repite con otro", explica Alejandro Castrillo. "Es una experiencia que hay que disfrutar al máximo la primera vez que vienes, sabiendo que no vas a volver a esta sala. Pero si te gusta la experiencia, irás a otra. Y, de igual modo, los clientes que fueron a otra y se lo pasaron bien, vendrán a la nuestra", añade Verónica Martínez. De hecho, los precios son muy parejos entre todas las salas, están entre los 40 y los 72 euros en función del volumen del grupo, que puede oscilar de dos a seis personas.

"No nos importa tener competencia, en este negocio no existe. De hecho, tenemos contacto continuo entre nosotros, y visitamos las salas de los demás. Pero lo que nos interesa, a todos, es que haya buenas salas, porque si un cliente que no lo haya probado nunca se estrena con una sala que sea mala, no volverá a probarlo", concluye Álex Cueva.

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