Entrevista | Arturo Muñiz Fernández Bibliófilo

"Inicié la biblioteca con un libro de Sarandeses que me regaló Chema Guardado, cuando me visitó en Sevilla"

"La empresa quería que siguiera en Andalucía, pero quería volver a Gijón y lo hice bajando de nivel y trabajando más"

Arturo Muñiz Fernández en su domicilio de Gijón.

Arturo Muñiz Fernández en su domicilio de Gijón. / Ángel González

Arturo Muñiz Fernández (Gijón, 30-6-1946), es una de las personas que más libros de temática asturiana atesora. A lo largo de décadas se ha ido haciendo con miles de ejemplares, así como otros objetos y documentos, entre ellos el documento histórico de conmemoración de la traída de aguas de Nava a Gijón en 1930 que localizó en una librería de viejo en Madrid y ha donado al Ayuntamiento de Gijón.

Sobrino de Pepe La Mata.

"Nací en Jove cerca del Hospital, pero en casa, porque el Hospital de Jove todavía no funcionaba. Mi padre Arturo Muñiz Cuervo, era de San Martín de Bocines, en Gozón, y mi madre, María Amelia Fernández González era de El Regueral, en Carreño. Un hermano de ella tiene una calle en Candás, que es Pepe La Mata aunque ese no es el apellido, es el nombre de la casa. Soy el mayor de tres hermanos, José Ramón el del medio y María Josefa la pequeña. Mis padres habían venido a vivir a Gijón con un tío retornado de Cuba".

La infancia en Gozón.

"En 1949, cuando yo tenía 3 años, mi padre falleció de apendicitis en el Hospital de Jove porque cuando se consiguió la penicilina ya era tarde. Y se llevó la llave de la despensa. Nosotros teníamos propiedades en Jove, pero mi madre no podía vender, porque era herencia de mi padre. A mí me envía al caserío de mi abuelo paterno, en San Martín de Bocines, donde me crié hasta los diez años. Nada más que empecé a caminar me echaron a cuidar las vacas. Fui a la escuela de Luanco, donde ahora está el Museo Marítimo".

La Universidad Laboral.

"En 1956, cuando cumplí los 10 años volví a Gijón, donde ingresé en régimen de media pensión. No reniego de la educación de la Laboral, pero yo tenía muchos inconvenientes porque me tenía que desplazar de Jove, cogiendo el tranvía en La Figar, donde El Musel, hasta llegar al centro de Gijón para coger un autobús escolar en la Antigua Pescadería o en la Iglesia de San José. En la Laboral había que estar a las ocho de la mañana, pero el tranvía no llegaba muchas veces a tiempo. Tengo ido andando desde Jove hasta la Laboral y, más que un poco de comprensión, lo que hacían era ponerme faltas de asistencia. Volvía a comer a casa y al día siguiente, el problema otra vez".

Por la izquierda, el catedrático de la Universidad de Oviedo Justo Rodríguez, el Padre Patac y Arturo Muñiz durante su etapa como directivo del Ateneo Jovellanos

Por la izquierda, el catedrático de la Universidad de Oviedo Justo Rodríguez, el Padre Patac y Arturo Muñiz durante su etapa como directivo del Ateneo Jovellanos / .

Pinche.

"Al cumplir 16 años empecé a trabajar en Viuda e Hijos de José Ramón Fernández, en la que ya había trabajado mi padre. Era una empresa de transportes que tenía la distribución de Tabacalera de Gijón, Madrid y Sevilla. Empecé de pinche, haciendo recados o piezas para aquel parque de camiones que muchos procedían de cuando la Guerra Civil, porque no había recambios. La empresa había tenido el primer garaje en la calle Matadero Viejo, pero cuando yo entré ya estaba en la Carretera Vizcaína".

Trabajando durante la mili.

"En 1968 fui a la mili. Hice el campamento en El Ferral, en León. A los tres meses vine para el cuartel del Simancas. La empresa se portó muy bien conmigo. Me estuvieron pagando el sueldo durante la mili, con tal de que fuera a colaborar lo que podía estando en el Simancas. Yo tenía experiencia en la empresa, en la que había evolucionado y mis jefes me tenían considerado".

Fabada y saetas en Sevilla.

"Nada más licenciarme, en 1969 o en 1970, la empresa me mandó a Sevilla de jefe supremo, con mi encargado y mi administrativo. Querían que me quedase allí per sécula, pero yo no. Desde Sevilla distribuíamos por toda España, porque Tabacalera fabricada allí los ‘Ducados’. En Sevilla vivía en la zona de Los Remedios. En aquella época no funcionaba el Centro Asturiano, pero nos reuníamos en ‘Casa Diego’ a comer fabada y tomar sidra los jueves hasta que llegaba el calor en el mes de mayo, que lo suspendíamos. En aquella comida estaba hasta el Gobernador Civil, que era de Asturias. Yo entré en aquella peña por mi primo, médico que vive en Sevilla y también por Caso, uno de Cimadevilla que trabajaba en Tabacalera. En Sevilla sólo estuve un año. Aquella Semana Santa echó una saeta Lola Flores en la calle Sierpes que tuve la fortuna de verla y como te movías un poco a ver los pasos, en la calle de al lado, que no recuerdo como se llama, salió Manolo Caracol medio borracho de un chigre y paró a un Cristo y le echa otra canturriada. Me llamó la atención que había mucha diferencia social entre Sevilla y Asturias. Aquí estábamos en auge de empleo y allí te presionaban recomendaciones de todo quisque viviente para que metieras a gente a trabajar. Yo estaba impresionado de ver, cuando iba a comer a un restaurante en Sevilla que llegaba un mocetón a limpiarte los zapatos, otro a venderte lotería… Eso no pasaba en Asturias".

El inicio de la biblioteca.

"En la Semana Santa del año que estuve en Sevilla, invité a visitarme a Chema Guardado y a su mujer, Pili, y, por otro lado, aparecieron haciendo autoestop José Luis Álvarez, el de la librería ‘Paradiso’ con un amigo, Florencio, que luego se fueron a un camping. Chema, que había hecho la mili conmigo en el Simancas, me llevó el libro ‘Conseyu sobre el casoriu’, de Francisco Sarandeses. Y yo, que no me gustaban les asturianaes, marché a ‘El Corte Inglés’ a comprar asturianaes. Por la misma época había conseguido un folleto de Diego Terrero y Teodoro Cuesta, una primera edición; ‘Andalucía y Asturias’, un monólogo en bable. Empecé con esos dos libros. Ahora tengo miles. Es una bola de nieve. Los que he ido consiguiendo son libros de consulta, más del 90% sobre Asturias".

Arturo Muñiz segundo por la derecha sentado, en el pico Tiatordos

Arturo Muñiz segundo por la derecha sentado, en el pico Tiatordos / .

Regreso a Gijón.

"En Sevilla andaba mirando la matrícula de los coches que eran de la ‘O’. A algunos de los dueños de esos coches los localizaba y nos hacíamos amigos, como si lo fuéramos de toda la vida. Echaba de menos a los amigos de Gijón y ya tenía aquí alguna mozuca. La empresa quería que me quedara en Sevilla, donde me habían puesto un piso muy bueno, tenía un encargado y un administrativo. Estaba a otro nivel y aquí tenía que volver a hacer todo, pero prefería regresar. Volví a Gijón trabajando mucho más y bajando de nivel.

Los pigarras.

"En Gijón volví a vivir a Jove con mi madre. En la empresa, tenía que estar a expensas de la fábrica de tabacos. Era horroroso para meter los camiones. Teníamos que tener un permiso especial y subíamos unas veces por el Muelle, pero si el camión era grande, de tres ejes, había que entrar marcha atrás por donde la Casa Natal de Jovellanos, hasta el portón de la fábrica. Yo coordinaba todos los envíos. También el porte del tabaco en rama del Centro de Fermentación y Cultivo del Tabaco que había en Roces, que pertenecía al Ministerio de Agricultura. En el trabajo, el teléfono era fundamental. Yo trabajaba en una empresa, pero en Gijón incluso había gente, los pigarras, que se dedicaban desde algún bar a hacer de intermediarios para buscarle carga a transportistas. Hubo quien pasó de chófer a pigarra, al ver que ahí estaba el negocio, y acabó poniendo una agencia de transportes".

Descarga de barcos en Fomento.

"En nuestro caso, cuando trabajábamos sólo para Tabacalera era en exclusividad, como si tenía que volver el camión vacío, nos pagaban la ida y la vuelta y fue así hasta que murió Franco. Los camiones tenían que estar muy pulcros. Conocí la época en la que los camiones de Tabacalera iban custodiados por la Guardia Civil. El tabaco venía de Cuba. Con Franco no se perdió nunca el comercio con Cuba. Se recibían fardos, en El Musel o en el Muelle, en la zona de Fomento. Había un barco, el ‘Chonga’, que se descargaba cerca del edificio del antiguo Banco Urquijo. Era cuando la calle Rodríguez San Pedro era una cárcava, una caleya llena de baches. Había calles horrendas por allí. Tabacalera también se hacía cargo de los alijos de tabaco que se decomisaban en el Musel".

Arturo Muñiz en primer término junto a otros fundadores de la Asociación de Vecinos de  Jove.

Arturo Muñiz en primer término junto a otros fundadores de la Asociación de Vecinos de Jove. / .

La biblioteca de Paulino Vigón.

"Mi biblioteca fue aumentando continuamente desde que volví a Gijón. Es una de las satisfacciones de mi vida. En algún viajín que hacía a Madrid por cuestiones de trabajo aprovechaba para visitar librerías de lance. Hice muy buena amistad con Luis Bardón, que está en la calle San Martín. Me trató muy bien. Ya falleció y la librería ahora la llevan las hijas. Cuando salió la biblioteca del que había sido alcalde de Gijón, Paulino Vigón, me mandó por fax a la empresa fichas para que escogiera y compré algunos. La familia había vendido su biblioteca a una librería de segunda mano, después de que hubieran andado administraciones detrás. Su biblioteca tenía dos tipos de libros, sobre Asturias y sobre el descubrimiento de América".

Las vacaciones más largas, una semana.

"También recibía catálogos de otros libreros e iba cogiendo. Los libros de segunda mano son caros, pero en 42 años yo no cogí un mes de vacaciones entero nunca. Primero, porque no le convenía a mi empresa. Y yo tenía mucho tiempo libre por el día, después de meter los camiones a funcionar. Eran tiempos en los que no te controlaba nadie el teléfono. Empezaba a las siete de la mañana, pero a las diez marchaba a tomar un cafetín tranquilamente al ‘Tívoli’, en la calle Corrida. Luego subía hasta la fábrica de tabacos a dar una vueltina. Pero, a lo mejor a las once de la noche te llamaba un chófer que había quedado tirado en la carretera. Tenía disponibilidad plena, pero con mucho tiempo libre durante la jornada laboral. En 42 años mis vacaciones más largas fueron de una semana entera, que marché a Londres".

El Padre Patac.

"Cuando vengo de Sevilla me encuentro con Andrés Rodríguez Travieses, que posteriormente falleció en un accidente en El Musel. Era hijo de una prima del Padre Patac y a través de él entré en contacto con el Padre Patac. Yo vi también las bibliotecas, porque me abrieron la puerta de sus viviendas, de Patricio Adúriz y Luciano Castañón, que los dos se llevaban mal. Patricio Adúriz me tiene contado cómo en los tiempos de la postguerra iba al rastro y compraba al peso los libros y me decía: ‘algunas veces me ponía el pie en la báscula el paisano y me daba igual’. Esa fue la época buena. El Padre Patac era una cosa aparte, porque me preguntaba por cuánto había comprado algún libro y le parecía carísimo. Claro, él las vías de adquisición que tenía era lo que le mandaban de comunidades de jesuitas o de familias que se los donaban. La primera librería de viejo que conocí en Gijón estaba en la calle San Antonio; luego Tino Vetusta abrió en la calle Doctor Bellmunt, ahí cogí yo muchas cosas".

Flores para Jovellanos.

"En el momento en el que muere Franco empiezan a cambiar las cosas para la empresa en la que trabajaba, que pasó de trabajar en exclusiva para Tabacalera a diversificar. En las primeras elecciones municipales de la democracia, cuando entró José Manuel Palacio de alcalde de Gijón, en 1979, el 6 de agosto, día de conmemoración del regreso de Jovellanos a Gijón, no se envió ni un ramo de flores. Tuvo que llamar Patricio Adúriz, que era el cronista oficial de Gijón, al Ayuntamiento y al día siguiente se le entregó una corona".

El pasado romano de Jove.

 "En 1980 fui secretario fundador de la Asociación de Vecinos Santa Cruz de Jove. También estuve en el Grupo de Montaña de La Calzada. En los años 80, en el huerto del cura, al lado de la iglesia de Jove encontré ladrillos que forman las columnas del hipocausto de las termas romanas. Se los iba a entregar a Joaquín López, el director del Museo del Pueblo de Asturias, al que conozco de antes de que tuviera ese cargo, porque era muy asturianista, pero me dijo que se las llevara a Paloma García, directora de los museos arqueológicos de Gijón, y así lo hice. Al cura de Jove, Laurentino Gómez Montes, le había dicho que iba a coger aquello si no lo quería para nada. Aurelio de Llano, en ‘Bellezas de Asturias’, ya había escrito en los años 20 del siglo pasado que ahí había aparecido una pieza romana arando un labrador cerca de la iglesia de Jove, que entiendo que sería lo que hoy es el campo de fútbol del Puerto".

Las excavaciones.

"Cuando tenía tiempo libre cogía el coche y marchaba a ver las excavaciones arqueológicas de la Campa Torres, cuando las dirigía José Luis Mailla. Por allí aparecía mucho el que era jefe de la Policía Municipal de Gijón, Isidoro Cortina, que, por cierto, cuando pasaba delante de la estatua de la reina Isabel en el parque de Isabel la Católica, si creía que no lo veía nadie, hacía una reverencia".

Ateneos.

"Estuve en la directiva del Ateneo Jovellanos, en la que presidió el notario Esteban María Fernández Alú, sin haber sido nunca socio. Sí lo soy del Ateneo Obrero. Si entré en la directiva del Ateneo Jovellanos es porque me llamaron y allí estuve como vicesecretario y luego como secretario. Fue la etapa en la que se salvó el Ateneo Jovellanos,y el que lo salvó –yo fui un lazarillo de él– fue Luis Arias Canga. También lo salvó que la secretaria, empleada, María Jesús, a la que se debía dinero, como tres millones de pesetas, quedó apalancada en la oficina. Aquella directiva buscó dinero y se pagó a la secretaria. Los estatutos que había en el Ateneo Jovellanos eran leoninos, estaban puestos para que no entrara como socio nadie que no fuera de confianza. Como curiosidad, el de Gijón no es el primer Ateneo Jovellanos. Cuando se creó en 1953 ya había otro, con el mismo nombre, en el Centro Asturiano de Buenos Aires".

Foro Jovellanos.

"Fui patrono fundador del Foro Jovellanos, aunque yo no tuve mucha intervención. El origen del Foro está en un tomazo de la biblioteca del Padre Patac que se titula ‘Foro Xovellanos’, aunque lo desmienten todos ellos, hasta Domingo Caramés. El libro se presentó en el Ateneo Obrero, adonde acudimos Luis Adaro, el Padre Patac, Daniel Palacios y José Ramón Fernández, que había tenido algún cargo en el primer gobierno autonómico. Era alguien que aparentaba ser raro, pero me dijo Domingo Caramés que tenía la idea de ir creando un sentido jovellanista en los casinos de la Fábrica de Trubia, de la que era ingeniero. La idea la tomó Domingo Caramés. Yo voy conociendo cuatro generaciones de la dinastía Jovellanos: conocí a José Carlos Cienfuegos Jovellanos, el padre de María Teresa, que era la mujer de Domingo Caramés; luego a su hijo, y ya están los chiquillos. Solo quedamos un vecino de Cimadevilla y yo que hayamos asistido con cuatro generaciones a la misa del 6 de agosto que hace la familia en la Capilla de los Remedios".

Daniel Palacio.

"Tuve mucha relación con Daniel Palacio, que iba a una tertulia que había en la calle Corrida, a la que yo iba algunas veces. Todos de derechas menos él, de izquierdas. Yo tenía una discusión continua con él y prestabai. Me decía: ‘Eres un tonto útil’._Y yo le decía: ‘Si tú eras falangista’. Colaboré con él, con los librinos que publicó el Ateneo Obrero en la colección ‘Fortuna Balnearia’. El último es ‘Gijón, una villa del Cantábrico’, de Rafael María de Labra. Por la mañana fui con el de la imprenta a enseñarle las pruebas a Daniel a la farmacia, pero no estaba. Dijimos que volveríamos al día siguiente, pero ese mismo día murió, cuando iba camino de la tertulia. No llegó a ver el libro. A Daniel también lo llevaba en el coche a ver las excavaciones de la Campa de Torres, junto con Domingo Caramés y Carlos Menéndez de Alba, otro que asistía a la tertulia. Un día, yendo en el coche, le dejé ver a Daniel Palacio un artículo que andaba buscando de Rosario Acuña. Él tenía una mala relación con Patricio Adúriz, que era director de la Hemeroteca. Daniel estaba interesado en buscar artículos de Rosario Acuña y Adúriz no colaboraba con él para nada".

Cambios vitales.

"Al fallecer mi madre, en 2002, me fui a vivir al barrio de La Arena, donde había comprado un piso, y allí seguí con mis cosas de Asturias, sin más vida familiar. Al final de mi trayectoria profesional, no recuerdo la fecha, la empresa pasó a tener las oficinas fuera de Gijón. En 2002, yendo en el coche camino de Oviedo, me dio un vértigo y pasé un apurón en la autopista. Después de varias pruebas, me diagnosticaron el síndrome de Ménière. Tras un año de baja y 42 en la empresa en la que pasé toda mi vida laboral, me jubilé".

Mover ficha.

"Ahora compro mucho por internet, aunque todavía me mandan algún catálogo a casa. Mi pasión es seguir consiguiendo todo lo que pueda. Leí mucho de Clarín, y sobre todo los cuentos me interesan, pero la mayoría de los libros que compro son de consulta. Los libros no los tengo clasificados, pero los tengo arrimados. Algún mamotreto no lo encontré. Cuando muera yo quiero donarlos, pero no sé a quién; nadie mueve ficha".

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