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El temporal

La inundación de El Bao

Una intrahistoria sin éxito

La inundación de El Bao

Antecedentes. En 1984 se comienza a dibujar la variante de la N-634. Venía a sustituir a la curvona de El Bao donde el río Barayo y que tenía más de 50 años. La obra consistía en la colmatación del cauce del río mediante relleno de escombro, construyendo un paso de agua bajo la carretera de unos 4 metros de diámetro y 110 de longitud. Los vecinos mostraron su preocupación por lo insuficiente de ese paso y el entonces alcalde, Manuel Bedia, hizo gestiones consiguiendo que la Demarcación de Carreteras construyese dos pasos más. Esos pasos de agua estaban revestidos por tubos metálicos corrugados sobre los que se apoyó directamente el material de relleno, sin capa de hormigón alguna. Nadie pensó que ese metal en contacto con el relleno oxidaría, pudiendo desprenderse. A ello hay que añadirle que no hubo vigilancia ni mantenimiento permanente por Fomento. Sólo la alerta de los vecinos era la que iba advirtiendo de problemas. La última fue a finales de noviembre de 2005. Los vecinos denunciaron que las chapas se habían vuelto a desprender y que había grava acumulada en las bocas. Desde la concejalía de Gobierno sacamos fotografías y redacté personalmente dos escritos que remití a la Demarcación y a la Confederación Hidrográfica. Los escritos describían los problemas. El jefe de la Demarcación, Ignacio García-Arango, firma un escrito, cuatro meses después, en el que reconoce que existe material acumulado, pero que no supone peligro porque hay paso suficiente de agua. La Confederación contestó casi nueve meses después diciendo que limpiaría el río. Por desgracia, 25 años después los temores de los vecinos se hicieron realidad.

La gestión del problema. La intrahistoria unamuniana de esos cuatro días, desde que comenzó la primera crecida el jueves 10 hasta que se abrió el cauce bajo la N-634 el lunes 14, es la descripción de cómo, ante un problema grave, nadie es capaz de tomar decisiones con sentido común.

Ese jueves de noche comienza la primera subida de niveles de agua de las cuatro que hubo y que en dos ocasiones cubre totalmente dos viviendas. A partir de ese momento, las autoridades municipales y las administraciones competentes fueron conocedoras de la situación. Nadie se tomó en serio la situación hasta el sábado de madrugada, cuando se vio que la comunicación con Galicia podía quedar cortada. Asturias cuenta con el «Platerpa» (plan territorial de Protección Civil del Principado de Asturias) y el Planinpa (plan de inundaciones del Principado de Asturias), donde se establecen los criterios de organización y gestión de inundaciones. Determina la creación de un puesto de mando avanzado con una dirección única al frente. En El Bao se creó tarde y mal. Tarde porque tenía que haberse constituido el jueves, y mal porque no se respetaron sus criterios.

La frivolidad de las primeras 48 horas impidió tomar decisiones que hubiesen evitado los enormes daños causados. La descoordinación de las segundas 48 horas hizo que se tomasen decisiones absurdas. Esa cascada de absurdos comienza el viernes, tras la primera inundación que hace reventar uno de los tubos. Les hace pensar que ya se ha resuelto todo y ordenan la retirada, sin observar el núcleo del problema. Cuando la crecida ya es irremediable otra vez, nadie sabe qué hacer con el tráfico de la N-634. A media tarde, el responsable de Carreteras miró su reloj y les anunció que había terminado su jornada. Los argayos del terraplén de la N-634 comenzaban a presagiar lo peor, pero, en vez de cortar el tráfico y derivarlo por la antigua nacional, lo mantuvieron hasta las dos de la mañana por un solo carril, con el terreno argayándose a sus pies. El sábado nadie decide nada. Allá aparece, casi de noche, una grúa telescópica, a la que luego se le sumaría una segunda, que con unas pinzas cogía de la zona embalsada pinos, de uno en uno, porque nada más podía hacer allí, y los depositaba del lado del terraplén donde estaba la salida de los tubos, por si estaban poco obstruidos. Aparece el delegado del Gobierno sobre las dos de la mañana. Los vecinos intentan hablar con él, pero son apartados. Sólo conocen que la gran decisión es traer a la UME (unidad militar de emergencias) con las motobombas de León para bombear el agua embalsada y que se les informará cada seis horas. Nadie calculó la altura del terraplén por el que había que bombear el agua ni la cantidad a bombear. La consecuencia es que vinieron cinco motobombas y no pudieron operar. El domingo, con las casas inundadas y cubiertas por el agua por cuarta vez, con la N-634 cayéndose y la antigua nacional a punto de ser anegada, se toma la decisión que debería de haber sido la primera: meter unas retroexcavadoras que hagan un canal de salida. Para ellos debió de ser una decisión muy dolorosa, empeñados en salvar la carretera como fuese. Durante ese día trajeron un camión de desatasco de tuberías. Para abastecerlo de agua, fueron a buscar ésta a un hidrante que hay en Navia. ¿Tendría que estar clorada para que fuese eficaz? Mientras tanto, una motobomba se pone a funcionar en el puente de la vieja nacional, sacando unos 60.000 litros a la hora cuando en el río entraban unos 2.000.000 de litros a la hora. Y otra motobomba sacaba agua de un arroyo cercano, siendo expulsada mediante unos chorros muy televisivos al otro lado del terraplén, lo que provocó el ablandamiento de esa zona y facilitó los argayos que se llevaron varios generadores y la línea de fibra óptica. El sábado ordenan que vayan los GEA (grupos de actividades subacuáticas de la Guardia Civil), los cuales no pudieron hacer nada porque las condiciones no se lo permitían, pero hacían bulto, y unos TEDAX (técnico especialista en desactivación de artefactos explosivos). Los TEDAX fueron con la orden de hacer microvoladuras en el agua embalsada, en la boca de los túneles, para intentar desbloquearlos, pero una contraorden lo impidió. El domingo alguien tuvo la ocurrencia de hacer voladuras en la boca de salida de los túneles. Cuando un oficial de la UME intenta avisar para que despejen de personas la N-634, no fuese a haber un derrumbe, suenan las detonaciones. Éste coge un cabreo importante, con razón, por el riesgo de vidas humanas, pero se queda atónito cuando le explican lo que se había hecho: diez voladores de fuegos artificiales disparados por una pirotecnia de la zona. Podría hablarles del dique que ordenan construir a la UME sobre el antiguo puente de la N-634 descargando camiones de material sin calcular su resistencia, material que comienzan a mover con palas de mano, mientras el agua sale por todos lados buscando su nivel, o de cómo Juan Manuel Álvarez pasea en su todoterreno a técnicos enviados a medir el cauce del río, pero como no sabían hacer esas mediciones se las terminó haciendo él, etcétera...

Conclusiones. La inundación de El Bao no fue debida a causas naturales, a un fenómeno imprevisto de la naturaleza. Fue debida a la falta de condiciones que presentaban los pasos de agua, que, al ser fácilmente obstruibles, impidieron el desahogo del río Barayo. Prueba de ello es que cuando el embalse crecía mucho, la presión ejercida por el agua destaponaba alguno de los tubos y el nivel bajaba muchísimo. Si los tres túneles hubiesen funcionado bien, no habría pasado lo que pasó. Quienes cometieron la irresponsabilidad de no tenerlos en debidas condiciones deberían ser destituidos. Afortunadamente, no hubo víctimas mortales porque los vecinos más afectados vieron a tiempo lo que se les venía encima. Si les hubiese cogido por sorpresa de madrugada, no sé si hubiesen tenido la misma suerte. Los responsables de esa gestión caótica también deberían ser destituidos de manera fulminante. Y a partir de ahora los esfuerzos tienen que tener una doble dirección muy clara. Las administraciones responsables de estas negligencias deben indemnizar a los vecinos hasta el último euro que determinen los informes técnicos. Es lo mínimo, las lágrimas y el disgusto que pasaron no son recompensables con nada. Y a la N-634 debe dársele una solución técnica adecuada y definitiva para que no vuelva a suceder nunca más otro desastre igual.

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