Los monjes franciscanos de Avilés están realizando la mudanza hacia su nueva residencia ya que el mostrenco arquitectónico que actuaba hasta ahora de convento comenzará, por fin, a ser demolido.

La colina sagrada de Avilés va a ser, en parte, rehabilitada. Alberga un importante complejo religioso compuesto por la antigua iglesia de San Nicolás de Bari (hoy de los Franciscanos), cuyo cuerpo central data del siglo XII y las capillas anexas góticas (XVI) y barroca (XVIII). Todo complementado por la capilla de los de Las Alas (XIV), hoy patio de luces, con sus alas cortadas.

La colina marinera de Avilés, Sabugo, es de origen medieval. Pero aquellos mareantes salados han devenido hoy en mareados parroquianos a la pesca de sidra y demás. Famoso en toda Asturias como lugar de copas, Sabugo tuvo su primera marea etílica hace unos cuarenta años. Entonces, La Araña era un bar de referencia obligada en el barrio, bautizado como «ruta húmeda de Avilés», ya que era internacional, porque lo era también Ensidesa. La Araña estaba regentado por Ramón Menéndez, al que apodaban Mahoma, asunto que no le molestaba. El hombre era también notificador del Ayuntamiento de Avilés.

El convento fue decido construir en 1958, pero era tal la magnitud de la blasfemia urbanística que constituía aquel edificio de cuatro alturas, machacando un ábside románico, que el Ayuntamiento de Avilés, en 1962, mandó parar la obra. Cosa histórica, porque entonces casi nadie se atrevía a enfrentarse a la Iglesia de los concordatos con el régimen de Franco.

Para comunicar tal decisión y llevarla en mano se diligenció a Mahoma, porque esto era lo suyo. El superior de los Franciscanos, leída la orden, parece que levitó en cólera y le manifestó al empleado del Ayuntamiento su intención de excomulgar a la Corporación municipal en pleno e incluso hasta al mismo notificador, que -aunque agnóstico declarado- quedó apabullado con la actitud del fraile. «Acojonaba, oye», contaba Mahoma.

A los pocos días presentose el superior con un documento de excomunión en el despacho del Alcalde. Cargo que por ausencia del titular, Francisco Orejas, ostentaba «Polchi» Figueiras. Me tiene contado Justo Ureña que éste puso al religioso, Fray Celestino García, de chupa de dómine. Más tarde el Alcalde se entrevistó con el arzobispo de Oviedo, Segundo Sierra, que echó por tierra el auto de excomunión, pero no el convento de autos.

Pero fíjense, ustedes, que noticia, de ecos universales, sería hoy aquella que titulase: «El superior de los Franciscanos de Avilés amenaza con excomulgar a Mahoma». El caso es que, ahora, el convento caerá.

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