No me siento capacitado para digerir la rocambolesca pirueta que, en lo económico-jurídico, acaba de ofrecer el Sporting a la afición gijonesa. Se me reprochó, no hace mucho, que considerase en esta misma página, que el Sporting ya no era el Gijón, sino de unos señores apellidados Fernández y González.

Aquella letanía que recitábamos de chavales asociando equipos con topónimos. Deportivo... de La Coruña, Real Unión... de Irún, Athletic... de Bilbao, Hércules... de Alicante, Betis de... Sevilla y así toda la lista de clubes de Primera, de Segunda y regionales.

En el club gijonés hay detalles de foraneidad consumada. En el último capítulo del «culebrón» se sabe que todo está manejado, dirigido o manipulado desde la madrileña calle del Dr. Fleming, donde tiene su sede la empresa Castellana de Negocios.

Rizando el rizo de lo paradójico, el mayor bloque accionarial del club pertenece a una sociedad titulada «Por el futuro y la estabilidad del Sporting» domiciliada en... ¡Sevilla! Y también figura en este batiburrillo un abogado que no hace mucho fue propietario del ... ¡Real Oviedo!

Como se ve, la gijoneidad del Sporting está en entredicho. Lo único gijonés de verdad en este «puzle» es la «mareona» rojiblanca. Y El Molinón y Mareo, mientras no se demuestre lo contrario.