Al Innombrable le gusta sentarse al piano con guantes de boxeo, de manera que una sonatina de Clementi se le convierte en un escándalo de compresor de abrir zanjas, en una suerte de metralla disonante que impide la audición y siega cualquier atisbo de diálogo. La diferencia entre ruido y sonido en política es el campo de minas que discurre entre una sensación desagradable y otra placentera: una campaña electoral ruidosa es la antítesis de un _debate sereno de ideas y opiniones en vías del bien común. Por otra parte, recurrir a los muertos como arma arrojadiza se antoja un ejercicio zafio de putrefacción. El tipo que está llenando de ponzoña la campaña electoral asturiana es como la bruja de Blancanieves: no ofrece manzana que no lleve gusano dentro.