Que le den a Nostradamus

Francisco García

Francisco García

Como cada inicio de año, algunos analistas aficionados a la ciencia ficción echan mano de Nostradamus, ese boticario francés cuyas predicciones de hace casi quinientos años sirven para un roto y para un descosido, si se les aplica una pizca de imaginación y otro tanto de osadía. De tal manera que algunos se montan un viral que con ayuda de las redes sociales engulle a miles de incautos como si fueran besugos, gente que se apunta a la chirigota del almanaque pese a que la mayoría de los augurios son menos consistentes que los noviazgos de “La isla de las tentaciones”.

    Según cuentan, el astrólogo nuestro de cada enero dejó escrito que en 2023 no se verá el arco iris en cuarenta años, lo cual no ha de resultar extraño, puesto que en muchas regiones cae ya menos agua que en el zurrón de una caravana de bereberes. Dicen también que habrá siete meses de gran guerra y resulta que ya soportamos una que va camino de cumplir doce. O sea que la predicción bélica llega con más retraso que el camión de la basura a Teatinos. Y añaden por último que habrá tan terrible hambruna que “el hombre se comerá al hombre”. Lo cual hace pensar que Nostradamus lo que visionó en sueños fue un capítulo de la última temporada de “The walking dead”.

    Uno, que no cree en adivinos ni en augures desde que Sánchez puso al frente del CIS a Tezanos, cuyos sondeos echan más embustes que Pinocho jugando a El Mentiroso, considera que no hace falta embarcarse en acertijos para reconocer que el año recién empezado estará lleno de volatilidad e incertidumbre. De la economía, mejor no opinar: después de escuchar a algunos chamarileros televisivos hacer vaticinios caes en la cuenta que hasta Nostradamus parece más respetable.

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