El declive del Estado

La mala imagen de España en el exterior

Juan de Lillo

Juan de Lillo

Recuerdo cuando muchos españoles escuchaban emisoras y leían periódicos franceses, alemanes o americanos para enterarse de las cosas importantes que ocurrían en España, porque la censura vigilaba cualquier desvío en el trato de las informaciones de la dictadura. Ahora aunque, afortunadamente disfrutamos de una notable libertad de expresión, desconocemos en su totalidad la opinión que tienen fuera sobre nuestra situación. Y aunque escribí numerosos artículos acerca de la realidad que padecemos, en esta ocasión me voy a limitar a copiar literalmente lo que publicó recientemente el diario barcelonés "La Vanguardia" con la firma de Xavier Más, que es como la foto fija de un día en algunos de los diarios exteriores. Y no es que muchos de los de casa oculten la realidad, sino que el texto que reproduzco suma la mirada exterior a nuestros temores. Al menos, a los de millones de españoles. No es una excepción, porque los periódicos alemanes, franceses, belgas, norteamericanos, etc., se ocupan de nosotros.

Dice "La Vanguardia" en sus titulares que "la prensa internacional destaca el declive del Estado" y añade que "Europa ve a una España fracasada". Xavier Mas añade que esa debilidad la resalta el economista Friedrich Leopold Sell en el "Neue Zürcher Zeitung", quien sostiene que entregar a España 140.000 millones de euros para superar la pandemia y la crisis "no es actualmente responsable, porque la situación política es demasiado inestable". Y piensa que es mucho más acertado que el FMI y el Banco Mundial "señalen dónde colocar ese dinero y que Bruselas ejerza un férreo control del gasto".

Por su parte el corresponsal de "The New York Times" en Madrid, Raphael Minder, escribe como otros colegas externos, que la política agrava la difícil situación que atraviesa España. "La tripulación es pésima –dice en alusión al liderazgo político– y podría hundir cualquier barco, incluso el más sólido". Y añade el periodista norteamericano: "podríamos hablar mucho de si el orden territorial perjudica la gestión de la pandemia, pero lo más lamentable es que los líderes políticos, mientras exigen sacrificios y responsabilidad a la ciudadanía y ésta responde de manera ejemplar, ellos lo hacen con una gran irresponsabilidad. No dan ejemplo y no actúan con lógica. Se comportan sin ningún sentido de Estado, destacando los errores del contrario y no asumen ninguno de los propios. Está claro que no piensa en la ciudadanía".

A estos juicios nada halagüeños para nuestro presente y, lo que es peor, para nuestro futuro y de nuestros descendientes, hay que añadir la lluvia diaria de muchos corresponsales extranjero y periodistas, analistas, catedráticos y profesores nacionales que ven la realidad tal como es, sin barnices que la adulteren ni nieblas que la oculten. Las mentiras, las maniobras y las trampas urdidas a la sombra de la pandemia y de la manipulación oscurantistas se pueden esconder durante algún tiempo, pero es ese mismo tiempo el que acaba por poner al descubierto los manejos ante la siesta de los ciudadanos, causado por la adormidera que proyecta la televisión estatal al servicio del Gobierno, por cierto, en caída libre de su descrédito ganado a pulso día a día.

A la vez, los medios nacionales difunden que la intención de Sánchez que es tomar el dinero en sus manos y hacer él mismo el reparto. ¡Santo Dios!, quién sabe a dónde irá parar y si servirá verdaderamente para la recuperación del país o para satisfacer algún clientelismo o destinado a socavar los cimiento de la Constitución de 1978, que tan largo tiempo nos dio de tranquilidad, no sin algunos contratiempos. Una nueva política de mucho riesgo: la pandemia que la lidien las comunidades autónomas, pero el dinero es cosa suya, que él lo reparte, porque se pueden comprar muchas voluntades y poner a prueba la consistencia de nuestros cimientos.

P.S. Por segunda vez la Unión Europea ha llamado al orden al Gobierno sobre sus intentos de controlar al Poder Judicial, uno de los pilares inamovibles del Estado de Derecho.

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