Marruecos

El rey Mohamed VI impide que numerosos países presten su ayuda a las víctimas del terremoto

Antonio Papell

Antonio Papell

El rey de Marruecos, Mohamed VI, pasa largas temporadas de su vida en París, en una mansión céntrica que ha costado 80 millones de euros; las crónicas hablan de una permanente y disipada ociosidad. El resto del tiempo lo consume en una paradisíaca residencia en Gabón, y solo ocasionalmente viaja a algunos de los palacios dispersos por su país. Y casualmente se hallaba en la capital francesa –según el periódico "Parisien Aujourd’hui"– cuando se produjo el terremoto cercano a Marrakech.

Mohamed VI, orgulloso y arrogante, regresó a Rabat pero solo ha aceptado algunas ayudas exteriores (la de España por ejemplo) pero ha rechazado las de países con los que no se encuentra confortable (la propia Francia, Alemania, la vecina y enemiga Argelia…, etc.). Quiere decirse que sus prejuicios están impidiendo que sus súbditos reciban todo el socorro posible, a pesar de la indigencia de las víctimas y de lo dramático de la situación, entre otras razones porque la monarquía alauí ha sido incapaz de elevar el miserable nivel de vida del país. Al escribirse estas líneas, el sátrapa todavía no ha visitado las zonas más destruidas, donde se pudren los cadáveres semienterrados y languidecen hambrientos los supervivientes, abandonados a su suerte.

Las revoluciones burguesas se basaron en la teoría del tiranicidio, un asunto que ya apareció en el debate escolástico, en especial abordado por el padre Juan de Mariana (1536-1624), quien glosó la legitimidad de la rebelión contra un poder opresivo, e incluso el regicidio, como sucedió en la Revolución Francesa. El padre de la nación americana Thomas Jefferson, por su parte, dejó escrito que "el árbol de la libertad debe ser regado con la sangre de los patriotas y de los tiranos". En el caso de Marruecos, no es cosa de dar ideas, pero ya sabrán los marroquíes lo que les conviene para salir de este bucle macabro de teísmo y dictadura que los aprisiona salvajemente.

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