Sol y sombra

Ingenieros de almas

Luis M. Alonso

Luis M. Alonso

Resulta fascinante leer a John Gray reinterpretando a Thomas Hobbes en su ensayo sobre los nuevos leviatanes. Hobbes, tan lúcido como sombrío al mismo tiempo, nunca se hizo ilusiones sobre la bondad congénita de la humanidad. En 1651 dejó escrito en "Leviatán" que los hombres existirán dentro de esa condición llamada guerra: la guerra del hombre contra el hombre. Y bajo esa condición sus existencias no dejarán de ser solitarias, pobres, desagradables, brutales y cortas. Así ha sido a lo largo de siglos. Lo que sorprende, manteniendo tal visión desoladora, es que el filósofo inglés creyera ciegamente en el poder soberano ilimitado del Estado –no importa que fuese un monarca, un parlamento o un tirano– para garantizar una vida cómoda en la que la industria, las ciencias y las artes pudieran florecer en paz.

La idea de Gray en su libro "The New Leviathans" es que, si bien en los siglos posteriores a su muerte Hobbes se equivocó acerca de la necesidad de un poder estatal absoluto, las restricciones de la era liberal limitando con las leyes muchos de esos poderes no han servido del todo para resolver los viejos problemas. También es cierto que fiarse de Hobbes significa no reconocer a los nuevos Leviatanes, como China y Rusia. Los propósitos de estos son aún de mayor alcance. En una época en la que el futuro parece profundamente incierto, su objetivo es asegurarle sentido a la vida de sus súbditos. Como los regímenes totalitarios del siglo XX, los nuevos Leviatanes son ingenieros de almas. El resultado son hombres peleándose interminablemente unos con otros bajo la amenaza del miedo y la muerte violenta. No solo en Oriente, escribe Gray, "también en Occidente grupos rivales buscan capturar el poder del Estado en una nueva guerra de todos contra todos entre identidades colectivas autodefinidas". El resultado es la muerte lenta de una civilización liberal basada en la práctica de la tolerancia. Descanse, al menos, en paz.

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