Sol y sombra

El populismo contado a los idiotas

El expresidente estadounidense Donald Trump.

El expresidente estadounidense Donald Trump. / EFE

Luis M. Alonso

Luis M. Alonso

Donald Trump se ha desquitado haciendo chistes en Iowa. Algunos de ellos, según leo, habrían acabado con las aspiraciones de cualquier otro candidato que no fuese él. Hasta el punto que se atrevió a pedirles a sus seguidores que desafiaran los 30 grados bajos cero para votar en las primarias, con estas palabras: «Aunque os sintáis mal, como perros, id a votar, volved a casa y moríos». Con su particular sentido del humor, Trump sabe que a los suyos les gusta mucho este tipo de energía faltona y directa que lo distancia de otros políticos estirados para el trumpismo. Henri Bergson, filósofo de la intuición, consideraba el humor como una variante de la teoría de la superioridad. En el fondo surge, según él, con la intención de humillar, e implica una especie de camaradería cómplice con todos aquellos que comparten ese punto de vista despectivo. El humor de Trump, si es que hay tomarlo de esa manera, surge también del ridículo de creerse a sí mismo un ser superior y de la profunda convicción de que todos los demás así deben pensarlo. El caso más claro es el de los trumpistas convencidos de que sus delitos no lo descalifican como candidato presidencial.

Las ocurrencias faltonas del aspirante republicano nada tienen que ver con esa buena definición del humor como el sentido común bailando. En el caso de Trump, el humor tiene bastante de común, por ordinario, y nada de sincero. Es simplemente una prueba más de la superioridad asumida por un gorila populista decidido de nuevo a asaltar la Casa Blanca y apoyado por quienes siguen viendo en él un tipo de fiar capaz de hacer grande a América. Pero invocando a Mark Akenside y «Los placeres de la imaginación», recuerden que al final, allá donde la fuerza del ridículo muestra su rostro singular, alguna forma incongruente, alguna terca disonancia entre cosas combinadas, impacta al observador atento. Es el populismo contado a los idiotas.

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