Opinión

Los Avril y la fórmula del botijo

Un examen de ESO sobre los trenes asturianos

Parece increíble que apliquemos como Dios manda un modelo matemático para la función térmica del botijo, por medio de ecuaciones diferenciales, y que no seamos dignos de alcanzar la velocidad del AVE, ni el tamaño de los trenes de cercanías para que su gálibo pase sin sobresaltos por los túneles de Asturias.

A ver. No son lo mismo FEVE que AVE, pero se sustentan en las mismas fórmulas de ingeniería con las que se inauguró la primera línea ferroviaria española en Cuba, año 1837. Algo se habrá avanzado...

Estamos en 2024 y la datación del primer botijo ronda los tres mil quinientos años de su diseño, igual de práctico, mientras que los trenes van para atrás o no caben en los túneles por donde han de pasar en Asturias.

Somos los inventores del primer tren nacional, mina Arnao 1836, a tiro sangre, eso sí, pero con las mulas no había retrasos.

Con estos mimbres podemos plantear el siguiente problema de 1.º de ESO: Partiendo del principio "La velocidad a la cual decrece la distancia de un tren Avril que sale de Madrid y el Alvia de Gijón es igual a la suma de las velocidades", calcular:

Primero. La altura de los Talgo Avril, serie 106, y el gálibo de los túneles por donde van a pasar, antes que se pongan en servicio y no entren como los de cercanías.

Segundo. Sabiendo que el primer tren español se inauguró en Cuba, 1837. ¿En que año el tren Avril alcanzará la velocidad de 330 kilómetros hora, trayecto Madrid-Gijón.

Tercero. Partiendo del tren "Alvia 10021", el que cortó la cinta inaugural de la variante Pajares el 29 de noviembre de 2023, antes de las elecciones gallegas. Hallar el número de retrasos en los compromisos con Asturias del ministerio correspondiente.

Cuarto. Con estos a priori, determinar la cuantía del precio de billete Oviedo-Madrid, por que de Gijón está por ver, para resarcir a los pasajeros cabreados.

Nota. El alumno de la ESO puede utilizar para este examen la Gran Enciclopedia Asturiana y comparar los llamados trenes "botijo" que llegaban con veraneantes madrileños a Asturias a finales del siglo XIX, pasajeros hidratados, sin sobresaltos y poco cabreados.

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