Opinión

El futuro de Asturias como región

La necesidad de un modelo de territorio ambicioso, sostenible y concebido con sentido común

Ante la presumible aprobación, hoy, de la ley de Reto Demográfico en la Junta General del Principado, Juan Antonio Lázaro, gerente de la Red Asturiana de Desarrollo Rural, reflexiona bajo estas líneas acerca de la necesidad de alumbrar en la región un modelo territorial moderno, ambicioso y sostenible que dé respuesta a desafíos como el empleo y la vivienda.

Están siendo estos primeros meses del año una especie de tormenta de ideas muy productiva, que aún estando tan solo parcialmente planificada, me ha permitida mezclar teoría y práctica a unos niveles complejos y variados.

Mientras se cocinaba lentamente la última convocatoria de ayudas LEADER del periodo de programación 2014-20, que finalmente fue 2024 para Asturias, en la sombra se iba planificando la convocatoria 2025, que será la primera del siguiente periodo, que comienza con el obligado retraso pandémico. Esta circunstancia ha permitido ver cómo otras regiones avanzaban en el nuevo periodo y afinaban sus medidas y procedimientos, para lograr un programa LEADER mejor, más efectivo y con menor peso burocrático, de lo que estamos tomando buena nota.

Paralelamente, hemos tenido la oportunidad de hablar con alcaldes, alcaldesas y representantes de los 71 concejos asturianos que disponen de programa LEADER, en unas intensas sesiones de trabajo, para definir qué tipo de ayuda, práctica y directa, verían prioritaria para mejorar sus concejos, desde la perspectiva del Reto Demográfico. El diseño de los futuros Centros de Innovación Territorial (CIT), promovidos desde el Ministerio de Transición Ecológica y Reto Demográfico (MITECO) y que serán puestos en marcha desde la Dirección General de Reto Demográfico del Principado de Asturias, pueden y deben jugar un papel determinante para afrontar el mayor problema de esta región.

Podemos cerrar este triángulo con los datos e información obtenida tras participar en varios seminarios de la Red Europea de la PAC, en la que aún tratando temas tan diversos como el asesoramiento y la formación de profesionales del Primer Sector, liderazgo de la mujer en el medio rural o de zonas de montaña competitivas y resilientes, siempre acabábamos con el tema demográfico de fondo.

Este interesante cóctel de experiencias, testimonios y reflexiones ha permitido configurar un complejo entramado de ideas, propuestas y conclusiones que necesitan un cuidado periodo de reflexión y una sedimentación armónica para dotarlas de viabilidad y pragmatismo. El problema es que Asturias no está para soportar lentos y tranquilos procesos de litificación y diagénesis, que generan materiales sólidos y resistentes a muy largo plazo, pero tampoco para hilvanar propuestas sectoriales rápidas y efectistas, que se descosen al primer tirón. Resulta fácil decirlo pero muy complicado encontrar ese punto de equilibrio entre la prisa desmedida y la calma casi eterna.

Es impagable haber tenido la oportunidad de escuchar a los y las responsables municipales de las zonas más castigadas de Asturias, verbalizando con sentido, conocimiento y sosiego los principales problemas a los que se enfrentan cada día y el futuro que les gustaría para sus territorios. Mi respeto y admiración hacía el primer escalón del entramado administrativo de esta región se ha visto reforzado al escuchar a alcaldes, alcaldesas, concejalas y concejales alejados de cualquier tipo de connotación política en sus palabras, eran unos ciudadanos o unas ciudadanas más.

Resultó curioso escuchar las quejas y las ideas de los alcaldes del Parque Natural de Apuseni en Rumanía, después haber hecho lo mismo con sus colegas asturianos con territorios en diferentes Espacios Protegidos: iguales problemas y similares soluciones. Se está imponiendo en Europa esa perspectiva ecosistémica, que muchas veces olvidamos optando por análisis sectoriales que tan solo solucionan parcialmente el problema. El contexto, o el conocimiento del mismo en el sentido más estricto (social, económico, cultural…) es el primer paso para solucionar cualquier problema a escala regional. Podemos aplicar esto a cualquier política global, desde el reto demográfico al desarrollo rural o todo lo relacionado con sanidad o educación. Probablemente nos falte a todos algo más de diálogo y coordinación.

Muchas veces, mientras ordeno presentaciones, apuntes, estudios y cualquier tipo de documento escrito, testimonio oral o idea dispersa, pienso en la Asturias que me gustaría ver en el futuro y me cuesta visualizarla. La única tranquilidad que me queda, es que en nuestra tierra hay mucha gente también con esa inquietud y que desde sus diferentes ámbitos o competencias, lo están intentando.

Aunque estemos ante un problema generalizado a escala estatal, salvo honrosas excepciones que todos conocemos, no debe servirnos de consuelo, ya que nadie vendrá a solucionárnoslo. Huyendo de regionalismos decimonónicos, es necesario desarrollar el concepto de región funcional y, paralelamente, el de comarcas operativas. Los Grupos de Desarrollo Rural son un buen punto de partida, de abajo hacia arriba, como siempre debería ser.

Asturias necesita con urgencia pensar en un modelo de región sostenible, en el sentido holístico y moderno del concepto, acomodado a la coyuntura actual pero con ambición, pragmatismo y sentido común. Partir de un modelo planteado desde un perspectiva global, que afronte tres de los principales problemas de esta región (vivienda, empleo y servicios), ordenados y tratados ya en la ley de Reto Demográfico de Asturias, parece lógico y razonable. Una comarcalización operativa homogénea, a todos los niveles de la Administración, resulta prácticamente inevitable para ello.

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