Opinión

Tormenta de mierda (con perdón) sobre España

De los irredentos de la independencia y los manejos de Koldo a la Federación de Fútbol

El país ha entrado en barrena. García-Page, socialista, presidente de Castilla-La Mancha

El programa, según predican los partidos políticos, lo componen una serie de proyectos y propuestas que presentan a los ciudadanos y prometen que llevarán a la práctica si mediante los votos alcanzan el poder. Y pienso que deberían de ser como unas tablas de la ley, pacto a modo de propuesta del que no traspasarán los márgenes, porque son una promesa sagrada (?) de cuyo cumplimiento se comprometen ante todo un pueblo. Se entiende, en el ámbito de un juego honesto, que el compromiso se asienta en los principios que deberían ser de obligado cumplimiento, porque en política no puede haber nada más sagrado que la solemne promesa de quienes aspiran a gobernar a los electores.

Pero no. Ocurre que esas teóricas pautas no son otra cosa que una trampa más, urdida en el "sancta sanctorum" de los partidos, para, cuanto llega la hora del gobierno, dar el cambiazo, como en una prestidigitación trapacera que da, como resultante, lo que se ha dado en llamar gato por liebre. Y eso, justamente, es lo que ha hecho el doctor y eximio autor Pedro Sánchez. El gran felón que sacó de la clandestinidad, con el asentimiento perruno de sus incondicionales, un programa mentiroso, oculto y doloso, que puso en marcha, ante la sorpresa de millones de españoles que no aciertan con el método para deshacerse de él, para que deje el aire libre y limpio, para que podamos respirar sin riesgo de pestes, malos olores, desaguisados, traiciones, y que la impunidad no sea el programa que preparó para sumarse, y hasta encabezar, las exigencias de todos los enemigos de España que circulan por la periferia, y no pocos por el interior del mapa.

Ante la situación que vivimos, pienso si esta gran estafa al pueblo será delito. No lo sé. Pero, visto lo visto, parece que no. Que se puede mentir impunemente ante las narices de todos, con risitas y caradura sin rubor, aunque debería constar en los códigos penales de todos los países, para evitar que los políticos, que juegan en otra dimensión, tengan bula que los exima del cumplimiento de su solemne palabra voceada en mítines y paseos triunfales.

Sí es, en cambio, un grave delito moral sustraer al general de los mortales los proyectos que se ocultan para no provocar reacciones prematuras de algunos o muchos de los potenciales electores. Pero en nuestros días, después de atropelladas la verdad y las promesas, ¿quién antepone los principios, la moral y la ética a los intereses de quienes solamente ansían el poder mediante todas las traiciones conocidas o por conocer? No necesitaría una respuesta con nombre y apellidos, porque no se le oculta a nadie quién, día a día y mentira tras mentira, es el que está rompiendo, hipotecado por su ambición, un país que lentamente, y no exento de obstáculos, intentaba borrar las huellas de tantas desavenencias y sangre de tiempos pasados. Pero se ve que algunos adanistas no quieren enterarse de que la vieja España es una nación que aspira a vivir en paz, sin revanchas, acusaciones, odios ni sangre, porque su historia había tomado el buen rumbo, con la renuncia de muchos, para recomponerse y comprometerse sinceramente con el "nunca más".

Pero nos cambiaron el escenario. Echaron por tierra tantas esperanzas depositadas en la Transición por la mayoría, sin que los redentores llegaran para hacer la contratransición y llevarnos a todos a la ruptura, el odio, la imperdonable división, y la actitud mesiánica de quienes creen que el país es suyo, que se les debe después de tantos años, abierta o subrepticiamente, esperar por él desde el silencio cobarde.

Pues sí, es cierto que los programas políticos son hojas volanderas que van y vienen, suben y bajan, movidas por el viento de la ambición desmedida. No hay tribunales para los tramposos, ni penales ni morales, porque a aquellos no los respetan y a estos no los conocen o los desprecian.

Pero eso no es todo. Hay mucho más, porque para que no faltara nada a la amnistía, los irredentos de la independencia, los manejos de Koldo y socios; las sospechas sobre los cercanos, las mentiras nuestras de cada día, etc., reventó la Federación de Fútbol de Rubiales, se esperaba, y van apareciendo por los cajones, ordenadores, archivadores y domicilios de los implicados papeles que guardan la corrupción que se suma a tantas corrupciones como soportamos los españoles, por manos de tantos asaltantes y aprovechados políticos y económicos como nos rodean.

El descrédito que llueve sobre España, como un diluvio tormentoso de mierda, con perdón, nos atañe a todos, nos toca sin excepciones, enfermos o sanos, que soportamos los olores insoportables de tanto excremento ocultado por nuestras mafias corrompidas y ladronas, que las hay. Me avergüenza pensar que quienes nos miran desde fuera, como miembros de una sociedad común, deben de estar asustados, sobrecogidos y escandalizados por la deriva imparable, eso parece, que nos lleva sin frenos al precipicio, si alguien no pone freno a tanta desgracia.

Y al Parlamento, como síntesis nacional, lo han convertido en el ring de la camorra, la trifulca, el insulto y del tú más, como si hubieran perdido la vergüenza, los modales y el respeto por todos nosotros, testigos impotentes, por el momento, de cuanta miseria esparcen.

Y Sánchez está a punto de traernos de la mano a Puigdemont, presentárnoslo como el líder de la concordia, de la paz y de la integración. Y todo, repito una vez más, a cambio de siete escaños que él no pudo obtener, porque es un perdedor que no ha ganado nunca una elección.

Y sobre todo cuanto nos ocurre, García-Page, socialista, presidente de Castilla-La Mancha, acaba de decir: "España ha entrado en barrena". Pues si Dios no lo remedia, que lo tiene muy mal, directos al estrelladero. Estamos todos avisados.

P. S. Si la amenaza llegara a consumarse con la aquiescencia de Sánchez y los suyos, convendría releer el artículo 8 de la Constitución, tan maltratada en los últimos tiempos, que es la Ley suprema para la organización de nuestra convivencia. Lamentaría que llegara ese momento.

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