Opinión

Xuan Mier

Pablo Ardisana, en el panteón de ilustres de la región

El Muséu del Pueblu d’Asturies acoge el archivo del poeta llanisco

Acabo de saber por la prensa que Pablo Ardisana se ha convertido en patrimonio de Asturias. Así lo leo en el titular de un artículo, muy interesante, sobre su personalidad.

He sabido que Mari (Jose María) Ardisana ha entregado el archivo de escritos y correspondencia de su hermano Pablo, y que con ese gesto Pablo Ardisana entra en el panteón de ilustres de Asturias. El Muséu del Pueblu lo custodiará a partir de ahora, reconociéndole como voz imprescindible para el conocimiento de les lletres asturianes.

La primera impresión que me ha causado la noticia ha sido de lógica alegría, pero también de perplejidad, porque creo que Pablo ya formaba parte de ese patrimonio desde hace mucho tiempo, aceptemos que desde siempre. Ese sentimiento sé que es muy compartido. La segunda impresión es de alegría por el reconocimiento de un valor que, saliendo del espacio del silencio de lo rural encuentra necesariamente su lugar en la academia de los nombres y las acciones escritas con mayúsculas, y mayoritariamente en la lengua del pueblo. No podía ser de otra manera al referirse al vivir campesino y la condición humana como mejor sabía, escribiendo sentimientos con la ternura de la poesía de su lengua materna. No es fácil la lucha por conseguir que lo rural ocupe el lugar que le corresponde, y en particular la lengua, superando la gran barrera de la simplificación lingüística a que nos conduce el "esperanto" de los negocios, y afrontar una cultura homogeneizadora que observa lo rural como curiosa originalidad de escaso recorrido.

La gente que ha compartido con él tiene, tenemos, una doble satisfacción, porque era amigo, convecino y, además, porque hemos sido coetáneos durante muchos años, aprendiendo y compartiendo tanto.

Llanes, Asturias, son territorios afortunados por tener a gente como Pablo Ardisana. Ahora son recuerdo, pero fueron historia viva y por eso es buena cosa que se les reconvierta en historia presente, que es la que sirve para no olvidar quienes somos, de dónde venimos y qué hicimos.

Siempre he pensado que se le impusieron a Pablo, digamos que por designio divino, unas condiciones físicas que le forzaron a concentrarse particularmente en el territorio propio y en sus gentes, para que se dedicara a lo que le gustaba, podía, y sabía hacer: reflejar con tinta lo rural y su riqueza comparativa con la sociedad acomodada. En una ocasión, importante para mí, quiso corresponderme con el envío de un libro de poesías que acababa de editar, diciéndome que por más que me pudiera parecer un "pocu probín", que lo tomara porque "un libro como el mío es la hermosura de la pobreza".

Llamarse Ardisana en Llanes lo interpreto como un guiño de la Historia para atraparle en su territorio rural, más allá de su innegociable origen genealógico. Algunos escritores, que no tuvieron esa dicha, reflejaron su enraizamiento y estima por la tierra dándolo a conocer en su identidad nominal. Celso Amieva, Pin de Pría, y seguramente algunos más, así lo hicieron y pasaron a la historia de esa manera, de forma irrevocable.

En la familia de Pablo (los tres hermanos Ardisana), en Allorales, donde la fuerza del mar y la protección del Cuera marcan el territorio, la gente buena que ya no está permanece convertida en el musgo que lo cubre. Ya son tierra y raíz profunda. Así huelen y se transforman en perennes, en aire del territorio majestuoso del Cuera, y más allá el Urriello, frente al mar, oliendo a ocle.

Pablo Ardisana sigue ahí, y ahora, acompañado de su hermano Xuan, en el gran territorio de más arriba, entre los grandes, explicándoles historias de la arqueología social asturiana, la belleza de la lengua propia y la bondad de la autenticidad rural.

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