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Kim, el autor de "Martínez el Facha", no tiene ningún interés en la política

El dibujante de humor y Premio Nacional de Cómic 2010, que asiste a los Encuentros en Verines, prepara dos novelas gráficas

Kim, ayer, en Verines. EMILIO GRACIA CEA

"Martínez el Facha" está descansando, aunque volverá para el número 2.000 de "El Jueves", la revista de humor en la que nació hace 38 años.

En Pendueles (Llanes), en un aparte de la segunda jornada de los Encuentros de Verines, Kim, su autor, asegura que "Martínez el Facha" está en contra de todo lo que sea derecho a decidir y el debate que traen consigo las elecciones catalanas.

-Ahora está en Venezuela porque él y sus amigos se enteraron de que Nicolás Maduro le había pagado medio millón de euros a Juan Carlos Monedero por asesorarles. Se han dicho: "Si le pagan medio millón a este crío, a nosotros...". Les da igual que los chavistas sean comunistas: "Es igual, los de arriba siempre viven bien".

A diferencia de su personaje, Joaquim Aubert Puigarnau, barcelonés de 1941 que firma Kim, está "muy poco metido en político. He llegado a dejar de ver las noticias. Hay algo de avestruz y no me gusta pero..., bien, tengo 70 años, ya no pinto nada".

Kim, un hombre tranquilo y con encanto que conserva la juventud también debajo del pelo, participa en los Encuentros en Verines, que organizan la Secretaría de Estado de Cultura y la Universidad de Salamanca, porque en la convocatoria de la trigésimo primera edición, titulada "Imágenes escritas, palabras ilustradas", historietistas, ilustradores y editores debaten y comparten sobre la novela gráfica, la ilustración y el libro ilustrado.

Kim ganó el Premio Nacional de Cómic de 2010 con "El arte de volar", escrito por Antonio Altarriba, ensayista, novelista y catedrático de Literatura Francesa en la Universidad del País Vasco. Y todavía parece un poco sorprendido.

-Entré en el cómic hace 5 años y por casualidad, respondiendo a la llamada de Altarriba, para ofrecerme el guión. Me extraño. He probado a hacer muchas cosas, pero hacía años que no me dedicaba al cómic dramático. Le pedí tiempo para hacerlo tranquilamente. No quería comprometerme demasiado. Entonces tenía mucho trabajo y no dejé nada. Lo fui dibujando a ratos, me llevó 4 años, y sin esperar nada a cambio. Luego fue premio nacional. Ahora estamos haciendo otra novela gráfica y me he puesto las pilas, trabajando de forma más profesional. Lo fui dibujando a medida que me iba mandando entregas de treinta páginas. Acabaré en octubre. Tengo hechas 200 páginas y me deben de quedar 30 o 40.

-¿Hacen falta tantas?

-Es la vida de una mujer, su madre, una historia muy fuerte.

-En sus inicios a usted le gustaba el underground. Muchos dibujantes de ese movimiento han acabado haciendo ese tipo de historieta.

-Sí, estaba haciendo Bellas Artes y pintando. Mi hermano, que era médico, se había ido a Estados Unidos, me mandaba cómics de Robert Crumb, de Gilbert Shelton. Yo alucinaba, había sexo, estaban contra la Policía y contra Nixon... ¡Esto es lo que me gusta a mí! Cuando un amigo me ofreció dibujar cómics para una revista de música en buen papel que estaba haciendo...

-... "Vibraciones".

-Me moví sobre ese tipo de historietas, con mucha plumilla y mucha rayita. Me hacían el guión porque trataba del rollo musical y yo no estaba muy metido. Poco después murió Franco, hubo un "boom" de revistas y me llamaban de todas. No aproveché mucho el momento porque estaba siempre viajando.

-Entonces sí aprovechó.

-La vida, sí; la explotación comercial de lo que hacía, no tanto. Entonces se pagaba bien la página. Vivía bien.

-¿No tenía compromisos familiares?

-Qué va. No me he casado aún y ahora lo veo difícil. Siempre volvía a casa, a Barcelona. Una vez cribado todo lo que salió, quedó "El Jueves", que me ofreció hacer uno de los personajes que habían elegido sobre una serie de tipos sociales. Acepté, pero les dije que no me comprometía a hacer algo semanal. Me daba mucho miedo comprometerme con algo fijo. Acabé haciéndolo semanal, sin fallar nunca. Lo empecé a disgusto.

-Tengo entendido que nadie quiso hacer un facha.

-Sí, cuando llegué se habían repartido todo el elenco y sólo quedaba el facha.

-¿Qué hubiera preferido hacer?

-Tenía entonces 25 o 30 años y me hubiera gustado más un progre que saliera a ligar todos los días y no lo lograra nunca. El típico de mi edad.

-Entonces había extrema derecha organizada.

-Claro. Estaba Fuerza Nueva y un grupo de extrema derecha había puesto una bomba en "El Papus", la revista de humor, hacía unos meses. No me hacía gracia y al principio tuve alguna carta de amenaza, pero luego... Yo no quería hacer un facha que pusiera bombas sino uno que se lo creyera, que fuera de buena fe. Si no, no hubiera aguantado tanto tiempo.

-Y le fue metiendo otros personajes.

-Primero, un amiguito; después, el señor Morales, que iba a aprovecharse de la ocasión y a llenarse los bolsillos, aunque siempre le salía mal.

-Martínez era su antítesis.

-Sí, pero todos conocemos a alguien que está siempre protestando.

-El facha Martínez inicial ya debería haberse muerto, por edad y por los cambios del país.

-Hubo un tiempo en que sufrió un bajón y le inventé un yerno, pensando en que lo acabaría sustituyendo. Luego, supongo que ganó el PP o algo así.

-¿Prepara algo personal?

-Una novela gráfica sobre 1961, mi año de obrero en Alemania. Es una época sobre la que no hay ni una crónica ni un escrito. En los setenta sí, pero en los sesenta sólo "Vente a Alemania, Pepe", que he vuelto a ver.

-¿Qué le ha parecido?

-No está mal. Se parece a lo que había. La idea de hacer un cómic me la dio un alemán, que me dijo "los españoles dejaron un buen recuerdo en Alemania". Se ve que nos quieren. Busqué dibujos en mis viejos blocs de la gente con la que estaba en Remscheid, cerca de Colonia, y localicé, cincuenta años después, a uno con el que estuve, que recordaba cosas que yo había olvidado. Tengo un guión mental y cincuenta páginas dibujadas.

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