La reciella se hace oír en la Montaña de Covadonga

Cientos de cabras y ovejas comenzaron a llegar ya a los pastos de la temporada estival cumpliendo la tradición que se repite cada 1 de junio

M. Villoria

La emoción invade a Antonio Fernández al entrar en la majada de Gumartini con el rebaño de cabras y ovejas de su familia, este jueves. Es el primer día de subida de la reciella a los pastos de verano, en la Montaña de Covadonga, en la vertiente canguesa del parque nacional de los Picos de Europa. El sentimiento se le nota en sus ojos y en su voz entrecortada al expresar la felicidad que supone cumplir un año más con la tradición que comenzó para él a los ocho años y que, como cada uno de junio, volvió a repetir cuando quedan pocos días para que cumpla setenta y cinco. "Aquí es donde más feliz estoy. Vengo por ayudar a mi hermana y a mi cuñado y mientras tenga salud para venir, lo haré", asegura Fernández.

Partió andando a primera hora desde Intriago con ciento cincuenta ovejas y sesenta cabras, acompañando a parte del rebaño familiar junto a otras personas, y los perros, hasta llegar al destino. "Es una alegría llegar aquí con las cabras y las ovejas. Esto es una felicidad para mí y estaré aquí hasta que me eche la nieve", comenta. Y es que la profesión de pastor corre por sus venas y estar en el puerto, en la majada es algo inmejorable para él.

La reciella, que estará hasta el otoño en el puerto, pertenece a su hermana, la quesera Covadonga Fernández, y a su cuñado Manolo Valle, y son parte de las más de mil cabezas de ganado menor registrado en el padrón de pastos del ayuntamiento de Cangas de Onís, que este año experimentó un ligero ascenso con respecto a 2022, vinculado a la elaboración de queso Gamonéu, puesto que los grandes rebaños se concentran en manos de los tres elaboradores del puerto que hay en el concejo. El cuarto lo hace en la majada de Belbín, en Onís. El ganado ovino suma 778 cabezas en la Montaña de Covadonga y el caprino 308, lo que supone una subida 12,9 por ciento un 9,6 por ciento, respectivamente, respecto al año pasado.

A Gumartini llegó también con noventa ovejas y ochenta cabras a primera hora José Luis Alonso, ganadero y elaborador quesero en la misma majada que Covadonga Fernández. Dejó otras cincuenta ovejas en la zona de Uberdón. Los ataques del lobo siguen siendo una preocupación. De hecho José Luis ha separado el rebaño en varios grupos tanto para repartir a los animales en el pasto como para evitar daños masivos y que los mastines tengan menos cabezas por las que velar. "Esperemos que la temporada vaya bien, pero los lobos están matando ya y yo tengo los mastines, pero a ver hasta cuando pueden aguantar, porque milagros no hacen. Están más repartidos para el pasto y estando separadas los perros las defienden mejor", afirmó. A él por el momento ya le faltan tres ovejas.

La preocupación por los ataques también la comparte Antonio. "Es una felicidad estar aquí si no fuera que nos están abrasando esos bichos y no se hace caso de nosotros, nadie", dice. Creen que este verano habrá más daños que el pasado basándose en los que ya se han producido incluso en las reses que ya subieron el 25 de abril. La necesidad de que se hagan desbroces y de que se realicen quemas controladas también es algo que preocupa a los pastores.

Covadonga y José Luis comenzarán a elaborar Gamonéu del puerto de inmediato, una variedad de la que solo se producen al año poco más de cinco mil kilos y cuya producción está muy cotizada. En el cumplimiento de esta tradición de la reciella hubo quien se inició ayer en la subida del ganado menor. Es el caso de Irene González que junto con su padre Rubén González y Juan Ramón Huerta acompañaron a Antonio Fernández en el viaje a los pastos de altura. "Es el primer año y es algo muy guapo", dice esta estudiante de Biología de 25 años y vecina de Infiesto, mientras el sonido de los lloqueros (cencerros) de los animales vuelven a invadir de nuevo la majada.

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