Síguenos en redes sociales:

La mar de Oviedo

Llaves

Llaves

El Campo San Francisco marcó mi adolescencia: paseos, barquillos, un banco donde hacer novillos y hacer el oso, con «Petra»; bailes, besos con promesa... De aquella, tiré en la Fuente de las Ranas una llave maestra que me permitía acceder a múltiples e insólitas concupiscencias sin límite; me deshice de ella, atemorizado ante arma tan poderosa, don más funesto que una corona, que podía volverme estúpido. Noches después, regresé a la fuente a buscarla en vano; aun hoy, cuando paseo por el Bombé, siento su ojo único mirándome desde el fondo del estanque. En momentos de debilidad, descalzo y remangado, continúo la búsqueda, a palpo, rompiendo mis reflejos en pos de aquel abracadabra. Cuarenta primaveras pasaron y nunca reparé en las flores del Campo, sólo pienso en la llave. De buena me libré si la comió una rana de bronce para convertirse en príncipe.

Pulsa para ver más contenido para ti