Hermano mayor de la Cofradía del Nazareno

J. NEIRA

El Señor de Oviedo, la imagen del Nazareno, salió ayer puntual del templo parroquial de los Dominicos con 130 hermanos penitentes entre un fervor popular que corresponde con lógica a la cofradía decana de la ciudad, con documentación que se remonta a casi cuatro siglos atrás. La plaza de Santo Domingo estaba abarrotada. El buen tiempo, a pesar de algunos pronósticos pesimistas, ayudó. Y es que una vez más las predicciones están perjudicando a Asturias, lo que motivó durante la procesión algunos comentarios indignados.

La subida de la calle Marqués de Gastañaga ofreció una de las mejores estampas de la procesión, porque mientras la Cruz de Guía estaba a la altura de la estatua de Campomanes el paso aún aparecía al fondo, apenas recién salido de la iglesia. La estrechez de las calles Martínez Marina y Cabo Noval acentuó la teatralidad de la procesión y el retumbar de los tambores. En contraste, por Santa Cruz y hasta la plaza de la Catedral el cortejo ocupó los espacios centrales de la ciudad, que realzaron el conjunto.

El padre José Antonio, párroco y prior de los Dominicos, predicó el vía crucis en la plaza de la Catedral, ya con la noche caída sobre la ciudad y después del encuentro con la Virgen de la Esperanza, a la puerta de la capilla de la Balesquida. Después, de vuelta al templo de la cofradía por las angosturas de las calles Mon y Oscura, y muchos fieles siguiendo el paso.

J. N.

Alejo Barreiro es el hermano mayor de la Cofradía de Nuestro Padre Jesús Nazareno, la decana de la capital asturiana, que ayer, a partir de las ocho de la tarde, realizó su estación de penitencia partiendo, como es tradicional, del templo de los Dominicos. Unas horas antes reflexionó en esta entrevista sobre el sentido de la procesión.

-¿Cómo vive las horas inmediatamente anteriores a la estación de penitencia?

-Mirando para el cielo. En un doble sentido, porque también es muy importante que no llueva.

-Mirando y trabajando, supongo.

-Claro, preparando el trono y todo lo demás. No se puede improvisar nada.

-¿Cuál es el significado profundo del Nazareno para la ciudad?

-Es el Señor de Oviedo. No está acreditado documentalmente ese título, pero siempre se dijo así y se vio así en la cofradía y entre los ovetenses en general.

-En su caso...

-Yo salí la primera vez con 7 años, en 1957. Me llevaba mi padrino, Alejo Matamoros, hermano de Pepe Matamoros, que fue el alma durante décadas de la Balesquida. Y salí hasta la última procesión que hubo, a finales de los sesenta.

-Pero volvieron.

-Volvimos a salir en 1995. La persona clave en la recuperación de la procesión fue Ángel Ronderos. Éramos apenas 30 penitentes. Ayudó mucho el Ayuntamiento.

-¿Cómo?

-Habíamos conservado sólo la Cruz de Guía y algunos faroles. Y la imagen, claro. Nos entrevistamos con el alcalde, Gabino de Lorenzo, y de forma inmediata encargó el trono. Creo que Oviedo es una de las capitales españolas en las que más se vuelca el Ayuntamiento con la Semana Santa.

-¿Cuántos procesionan?

-Ahora salimos unos 130 hermanos. Somos en total 250. La talla del Nazareno es de finales del siglo XVII, de Antonio de Borja o atribuida a su taller. No contamos con documentación precisa. Saneamos la imagen, que tenía algunos problemas de carcoma. La túnica es nueva, realizada en un taller de Córdoba. La corona es de espina natural. La cruz se hizo hace cuatro años en León.

-La cofradía es muy antigua.

-Hay documentos que acreditan que nuestra hermandad existía en 1675. De ahí hacia atrás no sabemos cuánto.

-¿Y las procesiones?

-Empezó a procesionar inmediatamente después de la Guerra Civil. Fue la primera que salió con hábitos y capirotes. Antes también salía, pero de forma convencional.

-¿Devoción?

-Sí, hay una gran devoción al Nazareno. Lo dicho, es el Señor de Oviedo. La novena es famosísima. En algún tiempo la gente hacía cola para visitar la imagen y la cola llegaba hasta Marqués de Gastañaga. Si ese día se pedían tres deseos se cumplían, según la tradición.

-¿Qué día?

-El último de la novena, que coincide con el primer viernes de marzo. También correspondía ese día con la tradición del rezo de 33 credos. Es la fiesta principal de la hermandad.

-¿Su cita preferida?

-Un momento muy especial es la bajada de la calle Mon con mucha gente detrás del paso con velas. La procesión es una manifestación de fe en la calle. Algunas personas se cortan y no expresan su religiosidad. Pero no debería suceder eso, no ocurre nada por decir, señores, aquí estamos. Manifestamos nuestra fe sin molestar a nadie y sin sentir vergüenza. Además, invitamos a todo el mundo, a quien quiera, a sumarse a nuestra procesión de una forma espontánea.

-¿Oviedo es propicio?

-En Oviedo existe un gran respeto. Se manifiesta en la calle, hay mucha seriedad y recogemos durante nuestra procesión ese sentido de seriedad, lo captamos muy bien.