Poco le importa a Roberto Vázquez que hayan subido los precios en los chiringuitos de San Mateo; a eso de las nueve ya se había metido tres mojitos entre pecho y espalda en el Rincón Cubano. "Los chiringos son el alma de las fiestas, si no los hubiese no sería lo mismo", aseguraba mientras apuraba el vaso en una de las barras instaladas en la Plaza Porlier, que volvió a convertirse como cada año en el epicentro de la "folixa" durante el primer día de los festejos.

Y es que a pesar de que la lluvia aguó las primeras copas, los chiringuitos instalados en este punto de la ciudad se llenaron al poco de abrir al público, justo después del pregón ofrecido por el alcalde de Santiago de Compostela. Después de un rato mejoró el tiempo, se cerraron los paraguas y ya costaba abrirse paso entre la gente para hacerse con un bocata o una botella de sidra. "¡Sácame dos cervezas, porfa!", le pedía a gritos la ovetense Mónica García a su amigo Ricardo Mateos, que estaba en primera línea.

Un poco más despejada estaba la plaza del Ayuntamiento, donde se encuentra instalado el Topu Fartón. Allí se encontraban Rosi Martínez y Mabel Andújar, que son unas "auténticas enamoradas" de los chiringuitos de San Mateo. "Estamos al aire libre y con un buen ambiente, sin pasar calor en los bares y con muchas menos aglomeraciones. Nosotras no solemos salir de aquí hasta que cierren", explica Andújar.