El invierno demográfico y el verano canino en la ciudad

El perro acompaña, pero no sustituye a un hijo, dicen los dueños de mascotas

"Te obligan a ser más activo", afirma Alfredo García, que tiene un bobtail en Oviedo, donde los canes ya son más que los menores de 16 años

Por la izquierda, Luis Bretón, María Amo, Julia Álvarez, María y Sofía Barona, Marina y Matías Kopke, Aída Carrero y Marta Ybern, ayer, en la zona de «skates» del parque de Invierno. | Miki López

Por la izquierda, Luis Bretón, María Amo, Julia Álvarez, María y Sofía Barona, Marina y Matías Kopke, Aída Carrero y Marta Ybern, ayer, en la zona de «skates» del parque de Invierno. | Miki López / José Luis Salinas

José Luis Salinas

José Luis Salinas

Ángeles Pérez adoptó a "Harry", un bodegero que acaba de cumplir los tres años, cuando este tenía solo un mes de vida. Lo hizo por la compañía que le podía dar. Y se la dio. Los dos bajaban ayer sobre la una de la tarde por una de las muchas cuestas del Parque de Invierno de Oviedo. "A mi me aporta mucha seguridad, tranquilidad y compañía", apunta Pérez. "Harry" es uno de los 32.404 cánidos que habitan la capital asturiana. Son ya más que bebés, niños y adolescentes. En concreto, 5.031 más que los ovetenses con menos de 16 años (que suman 27.373 efectivos, según el INE). La que lo tiene claro es Marta Ybern que ha quedado con unas amigas junto en la pista de "skate" del mismo parque: "En todas las casas debería haber al menos un perro, yo misma tengo dos, uno de catorce años y otro de dos y pico, y también una niña de diez".

Niños y perros no son incompatibles, aunque si se fijan en la imagen superior no verán ningún perro, pese a que en las tres familias que salen retratadas hay, como mínimo, un cánido en cada una de ellas. Una de las protagonistas, María Amo, asegura que "lo del perro es cosa de mi marido, que siempre le han gustado mucho, lo tenemos por él". También tienen dos hijas, que sí que salen en la foto. "No me gusta que haya más perros que críos. No tienen nada que ver, un perro te da compañía, pero el niño es algo tuyo", reflexiona. A su lado, su amiga, Aida Carrero, que también tiene dos niñas y un perro (que, evidentemente, tampoco sale en la foto) asegura que "fue a raíz del confinamiento cuando creció el número de perros, probablemente porque la gente se sentía sola". A lo que Amo añade: "También porque así podían saltarse algunas restricciones". "Fue mi marido", ahora la que habla es Carrero, "el que buscó al perro que tenemos ahora por internet, eso fue antes de tener a las niñas. A mi tampoco es que me gusten excesivamente".

Alfredo García, con «Groucho»; a la derecha, Ángeles Pérez, con «Harry». | Miki López

Alfredo García, con "Groucho". / José Luis Salinas

Otra idea tiene Marta Ybern, que también forma parte del grupo. "Es positivo que los niños vivan con perros. A mí me da mucha pena cuando veo a crios que les tienen miedo a los animales y que no saben gestionar esos sentimientos. Al final, se consiguen establecer unos lazos sentimentales grandes", agrega, "yo el sábado estaba un poco de bajón y los perros estuvieron conmigo todo el día, acabaron por animarme".

El perro acompaña, pero no sustituye a un hijo, dicen los dueños de mascotas

Ángeles Pérez, con "Harry". | Miki López / José Luis Salinas

Ángeles Pérez, que al comienzo de este reportaje bajaba con "Harry" por una de las rampas del Parque de Invierno pertenece a ese tercio de hogares de la capital ovetenses que están formados por una sola persona. "‘Harry’ es buenísimo, muy cariñoso; aunque por las noches no es demasiado sociable con el resto de perros y por el día es algo miedoso", apunta. La de la soledad es una de las razones que dan los sociólogos para explicar el fuerte crecimiento del número de perros en las ciudades. Alfredo García que pasea por el mismo parque a un bobtail (los perros que en Inglaterra se dedicaban a pastorear al ganado) de nombre "Groucho" y de solo un año de edad añade alguna idea más. "A los perros cuesta menos mantenerlos que a un niño y te hacen mucha compañía, también te obligan a salir, te cambian el modo de vida y a no ser tan sedentario. Para la gente que vive sola son una gran ayuda". "Groucho" corretea como buen cachorro que es por el puente del parque asomándose para ver lo que hay abajo y se deja acariciar por cualquiera que se acerque lo suficiente. Su dueño agrega que "un perro no tiene nada que ver con un niño, nada, de ningún modo puede ser un sustitutivo".

Suscríbete para seguir leyendo