Ovación santanderina para Flórez y la OFIL

El tenor y la sinfónica ovetense, dirigidos por Guillermo García Calvo, ponen en pie al Palacio de Festivales en el ciclo estival cántabro

Juan Diego Flórez, ayer, en el Palacio de Santander, con la OFIL dirigida por Guillermo García Calvo.

Juan Diego Flórez, ayer, en el Palacio de Santander, con la OFIL dirigida por Guillermo García Calvo. / J. N.

J. N.

Era una de las citas imprescindibles, de esas marcadas en rojo, para el público del 72.º Festival Internacional de Santander (FIS), y la gala que marcaba el reencuentro del tenor Juan Diego Flórez, uno de los nombres capitales del firmamento lírico, con la orquesta Oviedo Filarmonía, unidos a la batuta del maestro Guillermo García Calvo, superó las más generosas expectativas. El resultado fue una contagiosa locura lírica que, tras aproximadamente dos horas de música, terminó con buena parte del público aplaudiendo en pie, dispuestos a parar el tiempo para que la celebración no terminase nunca.

Con todas las localidades vendidas desde hace varios días, en el que ha sido el primer gran lleno, hasta el momento, del prestigioso festival santanderino, tenor, maestro y sinfónica guiaron al público que abarrotaba el Palacio de Festivales en un exigente recorrido por algunas de las grandes arias para tenor del repertorio. Hasta allí acudió también el nuevo concejal de Cultura del Ayuntamiento de Oviedo, David Álvarez, que pudo acompañar y fotografiarse con la orquesta antes de la velada.

En ese repertorio de la OFIL y Flórez sonaron piezas imprescindibles de la literatura operística para orquesta, como el famoso intermezzo de Cavalleria rusticana o el preludio del primer acto de La Traviata. En la primera parte, dedicada a las creaciones de Donizetti y Verdi, Flórez abrió fuego con la "Furtiva lagrima" del "Elisir d’amore", de la que durante años ha sido intérprete de referencia y que en tantas ocasiones le ha tocado bisar en las principales casas de ópera. El doliente Edgardo de "Lucia di Lammermoor", que hace escasas fechas interpretaba en el Teatro alla Scala de Milán; "Parmi veder le lagrime", del "Rigoletto" verdiano; y las grandes arias de "Un ballo in maschera" y "Luisa Miller" mostraron al tenor que Juan Diego Flórez es hoy, en una ya larga carrera construida con inteligencia y mimo a su privilegiado instrumento, tras el luminoso Rossini de sus primeros años. El programa renovó la complicidad entre el tenor y Oviedo Filarmonía establecida ya el verano pasado, tras inaugurar juntos el Festival Santa Catalina Classics de Las Palmas de Gran Canaria.

Y de la ópera, a la zarzuela, en un ejercicio de versatilidad de solista, orquesta y director que es también muestra de compromiso con el riquísimo patrimonio lírico español. Oviedo Filarmonía dedica desde hace años varios meses de su temporada al Festival de Zarzuela del Teatro Campoamor, García Calvo es todavía director musical del Teatro en Madrid dedicado al género patrio, y Flórez ha dejado ver, hace pocos días, su deseo de dedicar un disco a la zarzuela. Entre filigranas y bellas líneas melódicas desfilaron romanzas de "Los emigrantes" (T. Barrera), "La alegría del batallón" y "El trust de los tenorios" (J. Serrano), "El guitarrico" (A. Pérez Soriano), "La tabernera del puerto" (P. Sorozábal) y "El último romántico" (R. Soutullo y J. Vert), junto con el imprescindible Preludio de "La boda de Luis Alonso".

Las propinas hicieron estallar al auditorio en una velada para la historia del Festival que marca, además, un importante hito para la sinfónica ovetense, al ser el de ayer el inicio de una temporada en la que celebra 25 años. Flórez sacó la guitarra en el cierre y regaló canciones como "Cucurrucucú paloma", de Caetano Veloso; o "José Antonio", de Chabuca Granda, autora de la que el padre del tenor, Rubén Flórez, fue un destacado intérprete. Después, ya con OFIL, atacó y remató con "Granada".

Suscríbete para seguir leyendo