Alfonso Palacio: "El fin de las series de Fernández es revelar la belleza como signo divino"

El director del Bellas Artes llena el aula magna en su análisis del realismo trascendental que exploró el pintor ovetense desde 1950

Alfonso Palacio, con Paula Lafuente, responsable de registro del Bellas  Artes, ayer, al inicio de la charla en el aula magna de la Universidad.

Alfonso Palacio, con Paula Lafuente, responsable de registro del Bellas Artes, ayer, al inicio de la charla en el aula magna de la Universidad. / F. R.

Ch. N.

Las palomas, el cráneo, la rosa o el vaso con el pan. Detrás de todas las series que el pintor Luis Fernández trabajó entre 1950 y 1973 estaba la exploración de un "realismo trascendental" que le llevó a transitar un camino "espiritual" cuyo objetivo final era "que la obra de arte revelara la belleza como atributo de lo divino, lo sagrado".

Así lo explicó ayer, en una abarrotada aula magna del edificio histórico de la Universidad de Oviedo, el director del Museo de Bellas Artes, Alfonso Palacio. Comisario también de la gran antológica sobre el pintor ovetense, Palacio analizó los pasos que Luis Fernández dio en el oficio de pintor, una vez desarrollado el método manual y el intelectual, para llegar al espiritual, a partir del año 1952.

La idea de partida es la búsqueda del rostro de lo divino detrás de cada ser vivo, de cada objeto, y para profundizar en ella, detalló Palacio, Fernández se sirvió de una serie de filósofos, poetas y corrientes de pensamiento entre los que citó a Praxíteles Zographos, la teosofía, el neotomista Jacques Maritain, Paul Valery, Gino Severini, María Zambrano, Francis Ponge y René Char. Con esas lecturas Fernández llega a la conclusión de que "la misión del creador es similar a la de un monje, adorar a la divinidad, en su caso a través de las obras, y mostrar los misterios de los que habla la religión supone trazar el mapa de la naturaleza en la que esos misterios se encuentran alojados". Así, explicó Alfonso Palacio, "Luis Fernández concluye que una obra de arte no es sagrada por el motivo que represente, sino por la actitud espiritual del artista, y esta pasa por revelar la belleza de los objetos y extraer nuevos acentos de cada uno de ellos".

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