Luis Feás, crítico y comisario de arte: "El arte asturiano tiene aportaciones propias y singularidades delimitadas y tasadas"

"Los artistas de Asturias se han visto obligados a buscar su propio camino a la modernidad", afirma al ingresar en el RIDEA

Luis Feás, a la izquierda, y Ramón Rodríguez, director del RIDEA, durante el acto de ingreso del primero en la institución.

Luis Feás, a la izquierda, y Ramón Rodríguez, director del RIDEA, durante el acto de ingreso del primero en la institución. / Luisma Murias

Tino Pertierra

Tino Pertierra

Las aportaciones propias y unas singularidades delimitadas y tasadas del arte de Asturias fueron ayer resaltadas por Luis Feás, comisario de arte y crítico de LA NUEVA ESPAÑA, en su ingreso en el Real Instituto de Estudios Asturianos, con una lúcida y audaz conferencia sobre "la existencia o no del arte asturiano". Una cuestión que le surgió cuando, en el año 2.000, se hizo cargo de la colección "Artistas Asturianos", de Hércules Astur de Ediciones, y tuvo que preguntar "inevitablemente qué era ser artista asturiano".

Asturias, señaló, "siempre ha presentado una gran unidad cultural y es lógico que este hecho haya tenido alguna repercusión en la forma autóctona de hacer arte, aunque sea tan sólo a causa de que la comunidad se ha mantenido separada, durante siglos, de los distintos centros culturales y los artistas asturianos se han visto obligados a buscar su propio camino hacia la modernidad". El esfuerzo de comprensión y análisis "ha sido por lo general raras veces emprendido y por eso mismo el arte asturiano está tan poco valorado y reconocido fuera, hasta el punto de que más allá de la Cordillera Cantábrica se desconoce que en el arte de Asturias también ha habido unas aportaciones propias y unas singularidades perfectamente delimitadas y tasadas".

Fernando Vela fue el primero en señalar "una de las principales características de los artistas asturianos, su peculiar humorismo e ironía". José Francés Silvio Lago creía en "la afirmativa estética de Asturias" y Enrique Lafuente Ferrari afirmó ver a Asturias como "un foco de arte en el que he reconocido una positiva personalidad". Y Jesús Villa Pastur consideraba que "pintura asturiana" era una denominación "equívoca por su inexactitud", pero enseguida admitía que "en algunos casos, especialmente en la pintura paisajística, ‘adquiere talante de incuestionable contenido regional’, como podría ser la llamada ‘escuela paisajística ovetense’, que fue el primero en nombrar".

Añadió Feás que "reincorporada tardíamente a las labores artísticas, después de siglos de abandono, la ausencia de movimientos colectivos y de autores de renombre en su seno ha llevado incluso a negar lo más evidente: que también en Asturias hubo tradición, hubo renovación y hubo vanguardia".

Desarrolló su idea del Museo Circulante, con la que se pretende "abrir en cada Casa de Cultura un espacio crítico con el que llegar hasta la última aldea perdida, prestando especial atención a los temas artísticos que más pueden interesar, pues se relacionan con un mundo rural cada vez más despoblado y vacío". El arte, subrayó, "no es cuestión de contenido, sino de continente. No de fondo, sino de forma, y en él no importa tanto el qué sino el cómo. Se puede estar de acuerdo con José Ortega y Gasset en que el asturiano no es transitivo y a Asturias le falta ‘trascendencia colectiva’, pero no se puede aceptar que a estas alturas se niegue la evidencia, como se está haciendo desde numerosas instancias asturianas, incluidas las administraciones públicas".

"Lo que por otra parte es lógico", lamentó, "en una comunidad en la que se han aceptado, sin hacer apenas excavaciones arqueológicas, cronologías histórica inasumibles, se mantiene semioculto y a oscuras dentro de la Catedral el panteón de sus reyes legendarios, se deja arruinar su valioso patrimonio arquitectónico, se desdeña la lengua propia, se desaprovechan tantas efemérides significativas o cuando se decide a poseer un centro de arte contemporáneo se comienza negándole el pan y la sal a los más sobresalientes artistas locales, algo que empieza a ser subsanado".

Hay dos formas de ser provinciano, destacó como colofón: "Una, pensar que sólo lo de la propia provincia es importante; otra, que sólo lo que viene de fuera es importante. Al final va a ser verdad lo que decía Clarín: que vamos a tener que ser los forasteros, los foriatos, los que tengamos que captar el alma estética de Asturias, ante la incapacidad de los asturianos, incluso de los más excepcionales".