Los fieles de Oviedo encuentran consuelo al paso de La Dolorosa

El tiempo respeta al fin la procesión del Sábado Santo, una cita solemne que congrega multitudes entre el silencio y la música

La Semana Santa de Oviedo enfila ya sus últimas horas, tras ocho días de fervor religioso. Pero durante los últimos tres, el temporal se convirtió en protagonista y chafó la mayoría de procesiones, que tuvieron que resguardarse en sus templos. Pero este Sábado Santo, el cielo dio una tregua y permitió que las multitudes carbayonas se echasen a las calles para ver el paso de La Dolorosa. La Archicofradía del Santo Entierro y Nuestra Señora de los Dolores en su Inmaculada Concepción sí pudo celebrar su segunda procesión, La Soledad, en el día en que acompañan a la Madre de Dios tras la pérdida de su hijo. El transcurso por las calles del Antiguo fue muy emotivo y algunos fieles fueron incapaces de contener las lágrimas.

Con puntualidad británica, la procesión partió a las 10 y media de la mañana de la parroquia de San Isidoro El Real, en la plaza del Ayuntamiento. Allí, en la sede de la cofradía, su Hermano Mayor, Luis Manuel Alonso, ultimaba la organización de la comitiva. El único paso, el de la Virgen Dolorosa, fue portado por 32 costaleros. Junto a ellos, desfilaron seis bomberos del Servicio de Extinción de Incendios y Salvamento de Oviedo (SEIS), y la Banda de Música marcando el paso. A ellos se sumaron 18 mujeres vestidas con el tradicional traje de mantilla. Tras seis minutos de silencio sepulcral, la marcha arrancó tras interpretarse el Himno Nacional de España.

El comandante militar de Asturias, Jesús Martínez Victoria, también acompañó a la procesión de una hermandad que se caracteriza por rendir homenaje a la Guardia Civil y a la Policía. Al clásico grito de "¡izquierda, adelante; derecha, atrás!", la comitiva enfiló las calles Mon y San Isidoro antes de realizar una parada novedosa. El paso se detuvo en la Corrada del Obispo, ante la Casa Sacerdotal diocesana, para tener un minuto de oración y recoger, en un cofre adquirido en Fátima, escritos de buenas intenciones redactados por distintos sacerdotes, varios de ellos ya fallecidos. En ese rezo participó José Antonio González Montoto, director de la Casa Sacerdotal. De allí se dirigieron a la plaza de la Catedral, donde las campanas sonaron durante seis minutos seguidos y una gran cantidad de fieles aguardaba a la Virgen.

Con aún más entusiasmo, la procesión fue recibida en su regreso a San Isidoro. La plaza del Ayuntamiento se abarrotó de fieles de todas las edades. Un grupo de jóvenes lanzó pétalos de flores al paso y se leyó un fragmento del Evangelio antes de que por primera vez, los aplausos sustituyesen el silencio. Tras esta oleada de cariño, la Madre de Dios ya descansa en su templo hasta el año que viene.