La petición del Arzobispo de Oviedo en la Misa de Pascua: "Que se acaben ya las corruptelas de los gobiernos camufladas con mentiras"

Sanz Montes pide en una Catedral llena que "acallen los tambores de guerra y cese la violencia en el mundo"

El Arzopispo Jesús Sanz Montes, durante su homilía.

El Arzopispo Jesús Sanz Montes, durante su homilía. / Miki López

El Arzopispo Jesús Sanz Montes puso este domingo fin a unos días frenéticos de ceremonias religiosas. Lo hizo presidiendo una multitudinaria Misa de Pascua, que llenó la Catedral de Oviedo de fieles que buscaban la bendición papal tras reconocer sus pecados. En su homilía, Sanz Montes destacó la importancia espiritual de la Pascua que dio comienzo y manifestó una serie de deseos políticos para los 50 días que dan comienzo. "Ojalá los gobiernos ajusten sus políticas erráticas y terminen los manejos torticeros con impunidades legales", dijo sin hacer referencia explícita a ningún ejecutivo. Y agregó: "Que se acaben ya sus corruptelas, que se sostienen camufladas con mentiras". 

La homilía del Arzopispo tampoco hizo referencia en concreto a Ucrania y a Gaza, pero sí que abogó porque "acallen los tambores de guerra y cese la violencia en el mundo". En la misa también intervino el Deán de la Catedral, Benito Gallego. En las primeras filas se dieron cita con sus tradicionales trajes de cofrades los Hermanos Mayores de las distintas cofradías carbayonas, que pusieron fin ayer a ocho días de procesiones. Junto a ellos, se sentaron el presidente de la Junta de Hermandades, Luis García Pevida.

Otro ilustre asistente fue el comandante militar de Asturias, Jesús Martínez Victoria, que ya acompañó a varias procesiones esta Semana Santa. Sanz Montes tuvo palabras de agradecimiento para las cofradías. "Han sido días de mirar al cielo para ver si podría salir nuestra procesión por culpa de este invierno tardío y remolón, pero aunque llueva, el mensaje de la pascua cristiana permanece en nosotros", recalcó. Por otro lado, celebró el crecimiento de la Semana Santa ovetense. "Estamos orgullosos de las andanzas de nuestras hermandades. Vienen con sus atuendos cofrades pero con el rostro descubierto porque todos compartimos una misma procesión a los ojos de Dios", espetó antes de cerrar su homilía con la siguiente reflexión: "Aunque la vida nos aplaste y nos duela, no podrá destruirnos".

Más allá de las palabras de Sanz, la música fue la protagonista de la ceremonia. Las voces de la Schola Cantorum de la Catedral, que dirige el sacerdote Sergio Martínez, amenizaron la mañana como viene siendo habitual en la Sancta Ovetensis. El Arzopispo bromeó con la carga de trabajo que ha tenido el coro esta semana, pero dijo estar seguro de que "con su talento y esfuerzo no se marcharán nunca con la música a otra parte". Y concluyó que "cantar es rezarle dos veces a Dios". La última pieza en interpretarse fue el clásico "Aleluya" que anuncia la resurrección de Cristo.

 La misa duró algo más de una hora y terminó con la bendición papal por parte del Arzobispo para aquellos fieles que estuviesen arrepentidos, confesados y comulgados. Sanz Montes acompañó entonces a la procesión del Resucitado en su primer tramo, por las calles del Antiguo, donde esperaba un buen número de fieles.