Entrevista | María Dueñas Violinista, actúa mañana lunes en los Conciertos del Auditorio

"La pasión por la música clásica impregnó mi infancia"

"Siento la responsabilidad de llevar un mensaje y servir de puente de expresión" | "A los seis años mi profesora de violín les dijo a mis padres que tenía oído absoluto"

María Dueñas.

María Dueñas. / C. Koestlin

Elena Fernández-Pello

Elena Fernández-Pello

La violinista granadina María Dueñas se ha consagrado, a sus 21 años, como una de las más rutilantes estrellas internacionales de la música clásica. Mañana lunes, a las 20.00 horas, con la Filarmónica de Cámara de Bremen y bajo la dirección de Paavo Järvi, interpretará el concierto para violín y orquesta en Sol Menor, Op. 26 de Max Bruch en el Ciclo de Conciertos del Auditorio, que organiza la Fundación Municipal de Cultura, con la colaboración de LA NUEVA ESPAÑA. En Oviedo comienza una gira con la orquesta alemana que la llevará por España e Italia y en mayo la están esperando Gustavo Dudamel, que se deshace en elogios hacia ella, y la Filarmónica de Los Ángeles, para tocar en esa ciudad, en Barcelona, París y Londres.

–Su padre es guardia civil, su madre profesora, ¿fueron ellos quienes le inculcaron el amor por la música?

–Creo que hay una razón, aunque inextricable, para todo lo que emprendemos en la vida. Aunque nací en una familia donde nadie se dedica a la música, la música clásica estaba inconscientemente a mi alrededor en muchas formas. Mi madre solía escuchar viejas grabaciones de violinistas de la época dorada, como Oistrakh o Heifetz, sobre todo los fines de semana, cocinando o haciendo las tareas domésticas. A diario, de camino al colegio siempre escuchábamos Radio Clásica o ponía algunos de sus cedés favoritos. Tenía periodos en los que era Vivaldi, Mozart o cualquier otro compositor clásico, así que podíamos tararear muchas obras del repertorio clásico antes de siquiera pensar en aprender a tocar un instrumento. Todo sucedió muy inconscientemente, pero definitivamente la pasión por la música clásica impregnó mi infancia, hasta donde puedo recordar.

–¿Cuándo fue consciente de que tenía un talento excepcional para la música?

–Quizás no sea un talento excepcional, ya que muchas personas lo tienen, pero a los seis años, fue Noemi Segura, mi profesora de violín, quien les dijo a mis padres que tenía oído absoluto.

–Toca un Nicolò Gagliano y un Stradivari Camposelice, del siglo XVIII, ¿qué tienen de singular?

–He tenido mucha suerte de tener dos maravillosos violines de los más grandes maestros italianos. El Nicolo Gagliano de la Deutsche Stiftung Musikleben es mi compañero desde hace casi ocho años y lo conozco muy bien. Para este tour, sin embargo, quería compartir con el público el sonido del maravilloso Stradivarius Camposelice de 1710 de la Fundación Musical Nipona.

–¿Por qué?

–Cada instrumento tiene un alma y colores diferentes, mientras que el Gagliano posee una paleta sonora colorida, el Stradivarius posee un volumen sonoro generoso y cálido, que me parece perfecto para interpretar el concierto de Max Bruch. La belleza de este instrumento se puede ver en la portada de mi CD "Beethoven and Beyond". El barniz es de una complejidad absoluta, oscuro y bellísimo. Teniendo en cuenta que existen alrededor de 600 Stradivarius en el mundo, todos diferentes, no puedo dejar de sentirme muy afortunada y agradecida a la Fundación por prestarme semejante joya.

–¿Recuerda la primera vez que se subió a un escenario como solista?

–Lo recuerdo muy bien. Tenía ocho años y fue con la Orquesta del Conservatorio Ángel Barrios de Granada, en el concierto de clausura del curso que se celebró en el auditorio Manuel de Falla. Interpreté el Concierto de Haydn en Sol Mayor. Ha llovido mucho pero sigo siendo tan feliz como entonces.

–¿En la carrera musical pesa más el talento, la disciplina o la suerte?

–La disciplina tiene que existir proporcionalmente en doble medida al talento. A partir de ahí, con talento, disciplina y trabajo solo pueden suceder cosas buenas. Hay que ser positivo.

–En Oviedo interpretará un concierto de Max Bruch.

–Estoy emocionadísima de tocar en Oviedo por segunda vez. La última vez interpreté el concierto de Sibelius y tuve una muy calurosa acogida del público. Me siento feliz y agradecida por poder volver de nuevo. Max Bruch es uno de los conciertos de violín que te pone la piel de gallina desde la primera nota. Será muy especial poder interpretarlo para el público ovetense junto a mi Stradivarius, la Orquesta Filarmónica de Bremen y Paavo Järvi. Una buena combinación.

–¿Es la primera vez que se pone a las órdenes de Paavo Järvi?

–Hemos colaborado juntos en otras ocasiones con la Orquesta Tonhalle de Zurich y con la Orquesta Philharmonie de París. Es un músico generoso, con sentido del humor, lleno de vitalidad y alegría. Creo que esa actitud es muy importante cuando se pone delante de una orquesta y también frente a la audiencia. Es un placer muy grande hacer música juntos y espero que el público perciba esa buena sintonía.

–En mayo sale de gira con Dudamel. ¿Cómo se está preparando?

–¡Estudiando muchísimo! Tengo una alegría inmensa de reencontrarme con el maestro de maestros. Gustavo Dudamel está haciendo historia con su acercamiento visionario en el mundo de la dirección. La gira será muy especial porque traeremos a Europa el Concierto de violin que Gabriela Ortiz me ha dedicado, "Altar de Cuerda". Será toda una primicia que ocurrirá en las mismas circunstancias que vieron nacer al concierto por primera vez en el Walt Disney Hall: La Filarmónica de los Ángeles, Gustavo Dudamel, Gabriela Ortiz y yo. ¡Siento escalofríos solo de pensarlo!

–¿Cómo se imagina dentro de otros 20 o 21 años?

–Sueño con crear mi propia voz en el instrumento y ser reconocida por aquellos que escuchan mis interpretaciones, de la misma manera que hago yo cuando escucho a Menuhin o Heifetz. Siento la responsabilidad de llevar un mensaje a través de la música y servir como puente de expresión. Cada vez que alguien experimenta felicidad o alegría con mi interpretación, me siento orgullosa de haber sido capaz de transmitir emociones al público. Actualmente me encuentro preparando mi segunda grabación discográfica con Deutsche Grammophon. Habrá alguna sorpresa. Creo que tengo un camino largo para ampliar repertorio y me gustaría seguir descubriendo joyas de la literatura violinística, pasadas y futuras, que necesitan ser escuchadas en las salas de conciertos. Proximamente saldrá a la luz, “Opus 28”, la producción cinematográfica de Sofia Bohdanowicz que homenajea a la gran violinista canadiense del siglo XX Kathleen Parlow, conocida como la dama del arco dorado, y donde tuve la oportunidad de ponerme frente a una cámara para dar vida a Parlow e interpretar el concierto de Johann Halvorsen, cuyas partituras fueron reencontradas después de casi un siglo. Es bellísimo servir de puente para descubrir cosas nuevas.

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