De toda la vida de Oviedo

El Desarme es la Comecon

Javier Cuervo

Javier Cuervo

Cumplir de carbayón se está poniendo imposible. El verano que era el estiaje de los Rodríguez ahora es un veraneo anfitrión en el que se reciben amigos y familiares retornados en las terrazas. Cuando debería empezar el curso llegan los estragos de San Mateo. Acabado San Mateo, San Miguel trajo un veranín que sumó el equivalente a los días ideales de ocho veranos de los años setenta. ¿Cómo perder estos días de playa? ¿Quién se mete en casa con estas noches? fueron las preguntas retóricas de medio octubre.

Octubre en Oviedo tiene tradición revuelta, pero no tanto como este año con la noche blanca, la semana de los premios y los 10 días de lo que fue el día Desarme. La noche blanca es una carta cultural larguísima de un restaurante que abre una noche al año y el desarme es un menú único que se ofrece durante semana y media. Suben los días del menú único y bajaron las raciones de los garbanzos con espinacas y bacalao de la noche blanca y la plaza del Pescado recuperó algo del espíritu gabiniano de fartódromo con mesas redondas sobre los manteles de esta tradición gastronómica que se remata con callos a la asturiana y arroz con leche. Eso desplazó al Calatrava Alma gráfica, las hojas artísticas del otoño, porque la cultura que más aprecia el alcalde de Oviedo la sirve José Luis Álvarez Almeida, el presidente de la patronal hostelera.

La mayor coincidencia en tiempo y redundancia en planes para el carbayón, la carbayona y le carbayone cumplidor son los premios Princesa y la decena gastronómica, lo que va de la fábrica de Armas al Desarme, en el que se baja el colesterol de los callos subiendo a pie la cuesta de la Noceda.

El Desarme siempre tuvo tanto que ver con la fartura como con la fraternidad. Cuando era un día había amistades mayores y más íntimas. De unos años para acá hasta la gente con pocos amigos puede atender varias convocatorias porque también vivimos en las redes sociales no virtuales. Desde que dura diez días ya no hay excusa para no ir, salvo la coincidencia de fecha y horas. Ni un ovetense sin desarme, ni un carbayón sin dos desarmes y que vengan de fuera a fartase.

El desarme ya es la Comecon, una convención fartona con su cosplay de traje de época, esa vestimenta difusa de serie de sobremesa (claro) con chachas, señoras, amas de cría y carritos de bebé con ruedas de velocípedo. La época mental de Canteli, de las clases sociales, del vestuario de los hermanos Cornejo, sin obreros de mahón y visera, sólo con señores de bigotón y damas gordas. Hay que abrir ese cosplay de comecon (convención de fartones) a otro de comicon, (convención de frikis de los tebeos) donde Obélix amplíe su dieta de jabalí a los callos y Popeye se ponga ciego de espinacas, donde haya parroquianos alienígenas de la taberna galáctica que den al Desarme aire de Guerra de las Galaxias, parejas de Conan y Red Sonja que proclamen que en Oviedo se come una barbaridad y gourmets solitarios de manga de Jiro Taniguchi.

En esta época psicosensible acabará habiendo ansiedad de Desarme entre comensales como hay estrés postraumático entre excombatientes. Un amigo me dice que hace años acababa uno desarmado, pero ahora termina rendido.

¡Ganas de febrero!

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