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Qué fue de ellos

El lastre de la presión

"No tengo buenos recuerdos de mi etapa en el Oviedo, los jugadores no pudimos con la situación", dice Héctor Simón, hoy en el Olot

Héctor Simón, en el partido de play-off contra el Albacete en el Tartiere en la temporada 2012-13. IRMA COLLÍN

Jugar en equipos con historia y aspiraciones como el Oviedo implica que el futbolista se adapte a estar casi continuamente bajo el foco del aficionado. La presión puede imponer y mermar el rendimiento, incluso cuando el Oviedo estuvo pululando en su larga travesía por Segunda B y Tercera. Héctor Simón (1984, Llansá, Girona), que jugó en el Oviedo temporada y media en Segunda B, es de los que conoce lo que significa que el Tartiere se te eche encima. No a él personalmente, ya que el rendimiento personal del mediocentro no fue malo el tiempo que vistió de azul. Llegó en el mercado de invierno de la campaña 2012-2013 -el Oviedo jugó el play-off- y continuo una más, hasta verano de 2014, una temporada que se cerró sin promoción para los azules.

"Deportivamente no tengo buenos recuerdos de mi etapa Oviedo, pero no de la gente, sino de lo que hicimos los jugadores. Me echo la culpa de no superar la situación y no hacer ni play-off. A veces puede pasar que uno no esté acostumbrado a vivir esas situaciones de tanta presión, yo nunca había estado en algo así. No me adapté, y el rendimiento se vio perjudicado", asegura Simón, que lleva ya cuatro temporadas jugando en el Olot, de Segunda B catalana, donde es capitán y uno de los pilares del equipo. "No tengo queja de nada de la época del Oviedo, sí tengo muy buen recuerdo de la ciudad. Creo que en lo personal deje buena sensaciones, porque soy una persona que no crea conflictos e intento no hacerle el feo a nadie". A sus 34 años, en una plaza más tranquila como el Olot, Simón vive el fútbol de una manera diferente: "Con los años disfrutas más, el ambiente es más tranquilo. Olot es una ciudad pequeña, unos 40.000 habitantes. Es un club que siempre ha estado abajo, humilde y trabajador. Tiene alrededor de mil socios. Es peculiar", dice Simón. Lo importante en el fútbol, según el mediocentro, que llegó a debutar en Primera con el Espanyol, en la 2003-2004, es saber mantener la calma, tanto a nivel de club como personal: "Hay que saber tener ese equilibrio y relativizar lo que supone perder un partido. La gestión de las emociones es fundamental, porque la vida es como el fútbol. No puede se que cuando ganas todo sea genial y vayas en volandas, y cuando pierdes todo sea horrible. Hay que saber estar en los dos sitios".

La historia en el fútbol de Simón está marcada por un accidente, que cerca estuvo de acabar con la vida del catalán. Fue en 2005, cuando el mediocentro estaba cedido por el Espanyol en el Racing de Ferrol. En una concentración en Tenerife, Simón se tiró a la piscina del hotel en una zona de poca profundidad y se rompió dos vértebras cervicales. Estuvo muy cerca de quedarse tetrapléjico, pero logró volver a jugar al fútbol. "No pienso en como hubiese sido mi carrera sin el accidente. Podría haber muerto y sólo tenía 21 años. Me quedo con que lo superé, ahora tengo 34 años y pude volver a hacer lo que más me gusta", finaliza.

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