Historias de los noventa: Cuando a Eugenio Prieto le robaron la cartera en el Calderón

El expresidente del Oviedo rompió relaciones con Jesús Gil por el fichaje de Onopko y fue objeto de un hurto surrealista

Eugenio Prieto y Jesús Gil, en el palco del Carlos Tartiere en un duelo en 2001. | LNE

Eugenio Prieto y Jesús Gil, en el palco del Carlos Tartiere en un duelo en 2001. | LNE / X. Fernández

Xuan Fernández

Xuan Fernández

Hubo una época en la que a un presidente de un equipo de Primera División le podían robar la cartera en las taquillas de un estadio pocas horas antes de un partido. También podía suceder que ese mismo mandatario tuviese que viajar a Moscú para asegurarse de que otro no le hurtara un fichaje. Eran los años noventa.

Pasaba de todo. Aquel presidente robado no era otro que Eugenio Prieto, máximo mandatario del Oviedo en la última gran etapa azul en Primera División, que seguro estará bien atento el próximo miércoles al duelo copero de los azules ante el Atlético de Madrid. Un partido entre dos clubes que vivieron una guerra institucional marcada por la ruptura de relaciones de sus líderes en los despachos: el citado Prieto y el incombustible Jesús Gil, expresidente y máximo accionista colchonero, fallecido en 2003.

Prieto y Gil se conocieron en el mundillo del fútbol e hicieron migas desde el principio. Había una muy buena relación, que además se fraguó con varias operaciones: el Oviedo fichó a Carlos y a Rivas, el Atlético a Pirri Mori... Todo eran buenas palabra hasta que Antic cambió el club azul por el rojiblanco en 1995. Entonces se desató una guerra por varios fichajes que tenía en marcha el Oviedo de la mano del técnico serbio, que falleció en 2020. Los jugadores en discordia eran Pantic, Molina, Dubovsky y Onopko. El plan azul era incorporarlos y Antic, según la versión azul de aquella época, jugaba un papel importante para convencerles. Cuando el serbio aceptó la oferta del Atlético de Madrid en el Oviedo recuerdan que intentó llevárselos al Calderón. Sucedió con Pantic y Molina, pero no con Dubovsky y Onopko, que harían historia como jugadores azules.

El primero de ellos ya lo tenía apalabrado con el Oviedo y el fichaje del segundo acabó con Eugenio Prieto recurriendo a la FIFA, que dio la razón a los azules cuando el Atlético e incluso el propio jugador ruso esperaban que luciera de colchonero. Todo este embrollo del bautizado "caso Onopko" estropeó las relaciones entre Prieto y Gil. El rojiblanco incluso llamó al azul en medio de la polémica. Prieto, por temor a perder el jugador, viajó a Moscú para ver a Onopko y asegurar el fichaje. Posteriormente la FIFA le dio la razón al Oviedo. Toda aquella guerra coincidió con un Atlético de Madrid-Oviedo disputado el 26 de noviembre de 1995. Los colchoneros ganaron 3-0 y el partido estuvo marcado porque Eugenio Prieto, enfadado por lo que entendía como una intromisión del club rojiblanco por Onopko, no acudió al palco y decidió seguir el partido en la grada. Cuando acudió a la taquilla del Calderón, rodeado de cámaras y de aficionados, un individuo le robó la cartera y se dio a la fuga. Varios hinchas le pagaron al presidente del Oviedo las entradas, aunque el caco fue detenido a la media hora. Jesús Gil abogaba por la paz tras el partido: "No se puede perder la amistad que tenemos por un jugador que queremos fichar los dos". No tuvo mucho resultado, porque las relaciones desde ese momento saltaron por los aires. Pocos años después el Atlético volvió a intentar el fichaje de Onopko, ya en las filas del Oviedo.

No tuvo éxito. A finales de los noventa se empezó a fraguar la caída a los infiernos del Atlético de Jesús Gil. Casualmente, el Oviedo fue testigo directo: el 22 de diciembre de 1999 el Atlético le endosó un 5-0 al equipo azul y ese mismo día el juez Manuel García Castellón desalojó al consejo de Gil y nombró a Luis Manuel Rubí administrador judicial. Rubí duró unos tres meses y el Atlético descendió esa temporada a Segunda precisamente en el Tartiere. Prieto y Gil, sin embargo, recuperaron el trato muchos años después, cuando el exacalde de Marbella salió de la cárcel en 2002. Entonces Prieto llamó a casa del que había sido su amigo. Hablaron de los viejos tiempos y recuperaron el trato perdido. Gil falleció dos años después. Prieto ya no es presidente, pero sigue al pie del cañón. El miércoles verá el Oviedo-Atlético de Madrid y seguro que recordará aquellos tiempos con Gil: los buenos y los malos.

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