El Oviedo golea y mira hacia arriba: victoria 3-0 ante el Albacete

Los azules aprovechan su superioridad numérica para ganar con buen juego y encadenar su tercer triunfo en cuatro partidos

Nacho Azparren

Nacho Azparren

A los 2 minutos, Luengo filtró un pase en profundidad que olía a media punta. A los 14, Costas se deshizo de un rival con una estética ruleta. A los 17, Viti dejó pasar entre las piernas un centro cercano al área. Si algo ha logrado Carrión desde su llegada es impulsar el autoestima de la plantilla. Como si cada jugador durmiera enchufado a una máquina que le suministra confianza. De ahí se explica la reacción del equipo en las últimas semanas. Ante el Albacete, más de lo mismo: buena puesta en escena, un partido que se traba después y un escenario a favor, una roja al Alba, que el equipo aprovecha para lanzarse en vez de esperar a ver qué pasa. Es un triunfo de convicción que lleva la firma de Carrión.

Real Oviedo

Leo Román (1);

Luengo (1), Costas (2), Calvo (2), Bretones (2);

Luismi (1), Colombatto (2);

Viti (2), Seoane (2), Moyano (1);

Bastón (2).

Cambios:

Paulino (3) por Luengo, min. 46.

Cazorla (1) por Seoane y Sesé (1) por Viti, min. 64.

Romario (1) por Moyano y Camarasa (1) por Colombatto, min. 72.

Albacete

Altube (1);

Álvaro (1), Djetei (1), Glauder (1), Silva (1);

Isaac (1), Olaetxea (1), Riki (1), Fuster (1);

Higinio (1), Quiles (1).

Cambios:

Escriche (1) por Higinio y Juanma (1) por Quiles, min. 55. 

Shashoua (1) por Fuster y Pacheco (1) por Riki, min. 63.

Alonso (1) por Silva, min. 80.

Goles: 1-0, min. 48: Paulino. 2-0, min. 53: Bastón. 3-0, min. xx: Paulino.

Árbitro: Milla Alvéndiz (colegio andaluz). Expulsó a Álvaro por doble amarilla, min. 45. Amonestó al local Seoane y a los visitantes Olaetxea y Silva.

Carlos Tartiere: ante 15.310 espectadores.

Se demostró con su decisión al descanso. Con empate ante un peleón Albacete, y solo instantes después de alterarse el guion con la roja a Álvaro, Carrión optó por tomar el partido y sacudirlo. Introdujo a Paulino, atacante, por Luengo, central. Y eso, se verá ahora en el desarrollo de la historia, fue clave para desnivelar el choque.

Pero vayamos a lo de antes. La puesta en escena del Oviedo no pudo ser mejor. Con la fórmula de siempre, de la etapa Carrión, evidentemente, raseando el cuero y, esta vez sí, encontrando espacios a la carrera. Los primeros 5 minutos pusieron al Albacete contra las cuerdas y encendieron a un Tartiere ya algo excitado tras los juegos de luces, novedad esta, de los prolegómenos. Cosas del fútbol moderno, pero al menos tiene su punto.

En esos cinco minutos, el equipo azul sacó dos córners, provocó la amarilla de Álvaro (esto sería importante en la trama), coleccionó un par de llegadas y se estrelló en el poste. El que se encontró con la madera fue Luismi, en un córner cerrado de Colombatto y que siguió con otro intento desde la frontal de Moyano cerca del poste. Antes, Seoane había tocado libre al saque de otro córner, pero sin puntería.

Las buenas sensaciones iniciales del Oviedo partían de un nacimiento de jugada entre los centrales, personalidad para sacarla, y buenos movimientos entre líneas. Moyano y Seoane, dos de los que necesitan de su metro de espacio para respirar, fueron indetectables para la defensa manchega. De ahí el domino azul. De ahí el sufrimiento del Alba.

Pero el equipo de Albés es un conjunto valiente, con ese punto de atrevimiento que conserva del curso pasado, el que le dio billete al play-off. Y por eso no se asustó con la puesta en escena de los chicos de Carrión. El paso de los minutos fue equilibrando la balanza, con Riki más activo y con, sobre todo, un determinando Manu Fuster, que todo lo que hace le lleva acercar el balón a la meta del rival. Un peligro sin descanso. Cuando el Albacete se vio apurado, optó por lanzar en largo y ahí, en la punta, la envergadura de Higinio y Quiles le dio cierta ventaja.

Tampoco es que los visitantes asustaran a Román, pero al menos permitieron a Altube vivir con más sosiego. Superada la media hora, Riki probó de disparo lejano y Quiles rozó el poste en una falta que no existió. Milla Alvéndiz, el colegiado que firmó una actuación desastrosa hace no tanto en el Ciudad de Valencia, volvía a escena. Es de esos colegiados que da la sensación de estar fuera del partido desde el silbido inicial. Lo sabe de sobra el Oviedo.

Así que con el Albacete llevando el partido más a su terreno, a un cuerpo a cuerpo con más físico que balón por abajo, y con Milla Alvéndiz como objeto de los silbidos, el partido parecía encaminarse sin más novedad al descanso. Román blocó seguro un intento desde la lejanía de Higinio y en la siguiente jugada, ya cerca del Ecuador, el choque vivió un sobresalto.

Álvaro pisó por detrás a Moyano en el centro del campo. La entrada es una de esas que puede figurar en el curso de arbitraje de cada curso como ejemplo de la roja más evidente. Como el futbolista tenía ya una amarilla, Milla Alvéndiz le optó por otra cartulina del mismo color. El resultado fue el mismo, futbolista a la caseta, pero la acción sirve para subrayar la escasa personalidad del colegiado.

La superioridad numérica abría un nuevo partido. Obligaba al Oviedo a ser aún más protagonista de lo que había sido hasta entonces. Y al Albacete a ser menos punzante arriba. Renunciar al doble delantero se convirtió en una obligación para Albés, que retrasó a Quiles y así los centrales del Oviedo vivieron más tranquilos. Carrión no esperó para mover sus fichas: Paulino relevó a Luengo al descanso y Viti se ubicó en el lateral.

La decisión valiente, de la que ya se ha hablado, sería fundamental. El Oviedo apostaba por el buen pie pero se encontró un atajo con el balón parado, una suerte que parecía abandonada en los últimos tiempos. 

A los 3 minutos de volver, Colombatto centró con tiento, un dulce, y Paulino colocó la cabeza en la posición exacta para llevar la bola a la red. El 1-0 liberó al equipo que, una vez más, no jugó con el resultado. El segundo, el mazazo definitivo, también fue desde la pizarra. Y con fe, la que destila en las últimas semanas un David Costas venido a más. El gallego ganó el salto y su remate se fue al larguero. También se hizo con el rechace y la pelota quedó suelta, en oferta para un cazagoles. Uno constrastado, Bastón, pasaba por ahí y cabeceó a la red.

Ahí ya quedó finiquitado el partido, pero el Oviedo estaba disfrutando. Mucho si se tiene en cuenta de dónde venía el equipo. Para el tercero, dos recuperados a la causa con Carrión. Seonae ganó línea de fondo y la puso con mimo. Paulino, en estado de gracia, tocó con la derecha para firmar el tercero y mantener la fiesta en la grada. 

A ese ambiente de confeti contrubuyeron los cambios. El Tartiere se puso en pie para saludar a Cazorla y ofreció aplausos de reconocimiento a Camarasa. Todo sonrió en una noche en lo que lo único preocupante fueron las molestias de Paulino, el hombre que había decidido el partido. Otro de los que conduce el balón con la confianza del que se sabe que las cosas van a salir bien. Debe agradecérselo a Carrión.

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