Columna del lector

"No es estar un ratito de buen humor y otro de mal humor...", el necesario relato de una joven avilesina con trastorno bipolar

Una enfermedad agotadora, y con pequeños factores positivos, que requiere gran atención a las señales que el cerebro va enviando

"No es estar un ratito de buen humor y otro de mal humor...", el necesario relato de una joven avilesina con trastorno bipolar

"No es estar un ratito de buen humor y otro de mal humor...", el necesario relato de una joven avilesina con trastorno bipolar

Tamara Fernández Aranguren

Me llamo Tamara, y estoy diagnosticada de trastorno bipolar tipo 2. Tengo 33 años y llevo cuatro años con el diagnóstico y seis conviviendo o malviviendo con la enfermedad (según el momento).

La bipolaridad no es estar un ratito de buen humor y otro de mal humor, como mucha gente cree. Es mucho más. No es un ratito, son meses. Meses eufórica en los que te apetece hacer muchas cosas, hablas más, duermes menos, y un largo etcétera... Y meses absolutamente deprimida, en los que tus niveles de energía bajan, demasiado, y no te apetece hacer nada más que dormir, ni siquiera socializar ni contestar el WhatsApp...

El trastorno bipolar significa eso. Eso y mucho más. Medicación diaria. Conexión directa con el psiquiatra, para que cada vez que notes algo decírselo y adelantarse un poco a los hechos para que él te ajuste la medicación.

En mi caso, al menos, es bastante agotador, porque hay que estar pendiente toooodos los días de tu vida intentando detectar esas pequeñas señales de alarma para poder comunicárselo al psiquiatra. Todos los días.

"Tamara, has dormido un poco menos". "Tamara, estás demasiado sociable". "Tamara, no paras en casa"... Y por otro lado: "Tamara, no me has contestado". "Tamara, has pasado de la cama al sofá". "¡¡¡Tamara!!!".

Y aun así yo tengo mucha suerte. Muchíiiiisima. Tengo un entorno perfecto que me protege y me apoya, y me ayudan a detectar esos pequeños cambios si a mí me pasan desapercibidos. Mi familia, mi pareja, mis amigos... Todos lo saben e intentan ayudarme. Oídme: os quiero muchísimo a todos, en serio, no sabéis cuánto, aunque a veces me porte mal y no me apetezca contestaros, o aunque esté "on fire" y no consiga sacar tiempo para dedicaros, porque estoy a mil cosas. Os quiero. Me facilitáis infinitamente mi tarea... En serio.

¿Y en qué se traduce todo esto en el día a día? Pues eso, estar pendiente de las señales siempre, actuar lo más pronto posible, para que no duren mucho los episodios. Tomarse la medicación (chicos, haceos un pastillero y ponedlo donde desayunáis, así es más fácil que no se olvide).

No todo va a ser malo. Yo creo que cada uno de los estados tiene su parte positiva. Quizá es muy pequeñita, pero yo soy capaz de ver esa parte positiva. Por ejemplo, cuando te da el subidón, yo estoy más extrovertida, conozco más gente, estoy más creativa (ahora estoy un poco alta de más, quizá) y tengo muchas más ideas... Y, en contraparte, cuando estoy abajo, agradezco parar un poco y descansar, porque como digo es agotador...

Vale, ahora pasemos a la vida cotidiana. Por ejemplo, yo ahora no tengo muchos efectos secundarios, salvo mucho temblor de manos y piernas a veces (que no es muy horrible, pero pone nerviosa, aunque sepas que es la medicación). Y, más allá de eso, creo que nada más, lo cual está súper bien, porque las primeras pastillas que me dieron, que fue en Argentina además, fueron horribles. Engordé unos 20 kilos en un mes, y llegó un momento en el que no podía casi caminar, iba arrastrando una pierna. En fin, no quiero ni acordarme de esa etapa.

Cuando estoy en un alto, me da siempre por cambiar mi imagen. La primera fue un corte de pelo radical hecho por mí misma. La segunda, un tatu y dos piercings. Luego, lo de tatuarme y hacerme piercings se convirtió en una señal casi de estar alta. Lo bueno es que no me arrepiento de ninguno de ellos, forman parte de mí.

Y, para ir terminando, quiero agradecer otra vez a todos vuestra "colaboración". Joni, mis padres, mis amigos y demás, por estar siempre a mi lado pase lo que pase. A los que estáis leyendo esto, por intentar normalizar y desestigmatizar los trastornos mentales, que me parece superimportante... Y a todos en general por formar parte de mi mundo de alguna manera. ¡Gracias a todos!

--------

(Tamara Fernández Aranguren, con nombre y apellidos. Una persona normal, pese a todo, y orgullosa de sí misma. De mí, de mi cerebro, de la situación, pero, sobre todo, de mi entorno).