El dolor y el arte

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Pere Casan Clarà

Pere Casan Clarà

El dolor es un síntoma y un síntoma es una señal de que algo está sucediendo o va a suceder. Se trata de un aviso, una advertencia, un indicador de que alguna cosa no funciona correctamente. En este caso es una sensación desagradable, percibida como una molestia de intensidad variable y localizada en una parte del cuerpo. El cuerpo humano es una máquina extraordinaria, de la que apenas percibimos que está continuamente en marcha. La presencia de una sensación como el dolor nos advierte que algo no transcurre por el camino adecuado. Se trata de un mecanismo de defensa y, como tal, además de intentar aliviarlo, hay que detectar por todos los medios dónde se encuentra el problema. En cualquier caso, la maldición bíblica de “parirás a tus hijos con dolor” (Génesis 3:16) no encuentra eco en los momentos actuales. Tenemos muchas maneras de calmar el dolor y no tiene ningún sentido el padecerlo.

El dolor es la causa más habitual de consulta médica y el motivo más frecuente de solicitud de medicamentos sin receta. La prevalencia del dolor es más elevada en mujeres (Dolores es nombre de mujer) y también aumenta con la edad. Se trata de una sensación y está sujeta a la personalidad de cada individuo. El dolor tiene una base anatómica y fisiológica. Disponemos de receptores externos e internos que captan diferentes estímulos y que se transmiten por vías nerviosas hasta el Sistema Nervioso Central (en concreto hasta la zona que denominamos tálamo y diversas localizaciones de la corteza cerebral).

Disponemos de muchas formas de aliviar el dolor, desde el simple reposo para reducir los aspectos derivados de la fatiga, hasta los masajes adecuadamente realizados, la termoterapia, ya sea en forma de frío o calor según las circunstancias, los ultrasonidos, la acupuntura o la hipnosis. Además, existe una amplia farmacopea en forma de analgésicos de diferentes tipos y maneras de administración. Algunos muy conocidos desde la antigüedad (opioides), provienen del mundo vegetal y otros han sido derivados de fórmulas químicas en el laboratorio. Contamos con diferentes estrategias escalonadas para calmar el dolor, existen sociedades científicas dedicadas a esta labor y clínicas especializadas en los servicios de anestesiología de los hospitales, de tal forma que el dolor es un síntoma habitualmente bajo control. Su estudio teórico pertenece también al ámbito de la psicofísica, la ciencia que analiza la relación entre los estímulos sensitivos y la respuesta sensorial evocada, para acabar expresándola en una fórmula matemática donde la magnitud de la sensación es una función exponencial del estímulo productor.

El dolor forma parte del mundo del arte y es expresión en la escultura, la pintura o la música, por no mencionar la poesía, que ha reflejado sufrimientos, especialmente amorosos, en todas las épocas. Es bien conocida la explicación dolorosa del noruego Edvard Munch (1863-1944) para reflejar sus sentimientos en el “El grito”, pintado en 1893. Una de las expresiones más intensas de dolor está relacionada con la pérdida de un ser querido, especialmente si se trata de un hijo. Un ejemplo paradigmático de dolor materno queda reflejado en el famoso cuadro que se encuentra en el Museo Nacional del Prado “El descendimiento”, de Roger van der Weyden (1400-1464). La expresión de la cara y las lágrimas de María ante la crucifixión del Hijo son sencillamente algo para contemplar horas y horas sin cansancio. Si deciden hacerlo, no se pierdan observar las manos de María Magdalena, situada a la derecha del cuadro, reconocible desde lejos por su formato único.

También en la música encontramos ejemplos de expresión dolorosa. Valgan para el caso las numerosas composiciones existentes sobre los “Stabat Mater”, realizadas sobre texto atribuido a Jacopone de Todi (1236-1306). Una gran variedad de autores de todas las épocas han musicado este poema (Pergolesi, Boccherini, Rossini, Verdi, Poulenc, Szymanowski, Vivaldi, Palestrina, Haydn, Dvorak, Desprez, Scarlatti). Quizás la más conocida es la de Giovanni Battista Pergolesi (1710-1736), pero pueden dedicar un tiempo a cada uno de los mencionados y encontrarán en todos ellos, aquellos sentimientos que acompañan al intenso dolor materno por la pérdida de su querido hijo. Escuchar esta música puede contribuir también a aliviar el dolor físico fruto de cualquier otro acontecimiento más banal.