Gijón, J. C. GEA

Diecisiete largometrajes, catorce de ellos a concurso, y quince cortos compondrán el núcleo duro de la cuadragésimo séptima edición del Festival Internacional de Cine de Gijón: un mosaico fílmico tan variado en orígenes, temática y enfoques como es costumbre en el certamen gijonés, pero unido en todos los casos por la argamasa de unos criterios de selección que priman el cine «contemporáneo, sugestivo, arriesgado y vivo». El choque cultural y ético de la inmigración, la vida en las fronteras -geográficas o vitales-, el permanente intercambio de papeles entre la normalidad y la excentricidad o el registro sensible o experimental de la realidad cotidiana son asuntos que se repiten en un listado de películas en las que este año hay representación española: «Mal día para pescar», una coproducción entre Uruguay y la productora española del asturiano Tomás Cimadevilla en la que el charrúa Álvaro Brechner debuta como realizador de largos con la adaptación de un relato de Juan Carlos Onetti. Asturias también estará presente, por partida doble, en los cortos a concurso (con sendas piezas de Rubén Ordieres y Santos Hevia).

Por otra parte, el certamen sumará a sus homenajes de este año el organizado para un viejo conocido del festival: el realizador norteamericano Harmony Korine, que reincidirá en su Norteamérica «freak» y granguiñolesca con el estreno, fuera de competición, de «Trash humpers», en sección oficial.

Francia será el país más representado en la competición, aunque Estados Unidos es el país más representado en conjunto. Concurre con tres películas: «Welcome», una reflexión de Philippe Lioret sobre las consecuencias de la inmigración ilegal, pero en este caso para los «buenos samaritanos» de los países receptores: «Les beaux grosses», mirada al mundo de la adolescencia de Riad Sattouf que viene precedida por un sorprendente éxito en las taquillas francesas, y «Le roi de l'evassion», una historia de «amor fou» perfumada de humor entre un gay cansado de su condición y una joven. Francia también está presente en «Wakaranai», una coproducción con Japón dirigida por Masahiro Kobayashi y centrada en la relación de un joven con su entorno.

Respecto a Estados Unidos, aporta dos películas a concurso y otras dos fuera de competición. Las primeras son «Go get some, Rosemary», una comedia familiar (es decir: de tema familiar) de Joshua y Benny Safdie, y «Humpday» en la que Lynn Shelton ofrece un enfoque del tema de la amistad masculina que le valió el premio del jurado en Sundance. No competirán la película de clausura, «Don't let me drown», historia de amor entre dos adolescentes, él mexicano y ella dominicana, y la mencionada «Trash humpers», que se complementará con un homenaje a Harmony Korine en el que se proyectarán «Gummo», «Julien donkey-boy» y «Mister Lonely», una oportuna revisión a la contra de la figura de Michael Jackson.

De nuevo la inmigración, pero esta vez desde el punto de vista del inmigrante, es protagonista en «Francesca», cinta rumana dirigida por Bobbie Paunescu que llega de Italia precedida por la polémica. Su alegato de la compasión, encarnado en la imagen de una santa italiana del siglo XIX que llegó a serlo por el modo en que acogió a los inmigrantes de aquel tiempo, no sentó bien en la Italia de Berlusconi, por lo que la cinta permanece allí retirada y pendiente de distribución. Italiana es también, al cincuenta por ciento con Austria, «La pivellina», de Tizza Covi y Rainer Frimmel, una sensible historia de adopciones sobrevenidas en un entorno circense.

La participación europea se completa con «The last days of Emma Blank», comedia negra de tema familiar dirigida por el holandés Alex van Warmerdam; «Morrer como un homem», melodrama protagonizado por un travesti y dirigido por el portugués João Pedro Rodrigues, y «The good heart», con la que el islandés Dagur Kári («Dark horse», «Noi albinói») retrata una historia de amistad y amor en un mundo de seres marginales.

Escasa es en esta ocasión la presencia de cinematografías asiáticas, muy fuerte otros años. Junto a la citada coproducción galo-nipona, figuran en este apartado la iraní-anglo-italiana «Frontier blues», ubicada en la frontera entre Irán y Turmkmenistán y dirigida por Babak Jalali, y la producción de fuerte impronta experimental «Between two worlds», producción realizada en Sri Lanka por Vimukthy Jayasundara. Otra ausencia significativa respecto a ediciones anteriores es la de largometrajes latinoamericanos, y argentinos en particular. Latinoamérica sólo estará representada en la mitad uruguaya de «Mal día para pescar», ópera prima de Brechner que representará a su país en los «Oscar» y que ha cosechado excelentes críticas y respuesta del público.

Tal y como se había anunciado previamente, toda esta selección tendrá como mascarón de proa la última película del director alemán de origen turco Fatih Akin, que firma «Soul kitchen», la proyección inaugural del festival. En ella, Akin pasa de lo crudo de su cine anterior a lo cocido de su mirada humorística hacia el mundo de los fogones. Será el primer plato de un menú, como siempre, variado y lleno de sabores intensos.