Oviedo

«Me considero profeta en mi tierra». Carlos López-Fanjul destaca con esta frase una reciente etapa de reconocimientos que comenzó con su ingreso en la Real Academia de Medicina del Principado, en 2005, y que siguió en 2007 con la concesión del premio «Ingeniero Agrónomo» por parte del Colegio asturiano.

A estos reconocimientos hay que sumar el premio «Alfredo Quirós» que le otorgó la librería Cervantes por una obra titulada «Águilas, lises y palmerines. Orígenes y evolución de la heráldica asturiana». Esta materia vinculada a linajes y escudos le interesó al profesor desde muy joven, cuando observó que los escudos «son documentos que contienen todo tipo de datos sobre la sociedad que los utilizó y que ilustran cambios sociales o circunstancias significativas de la vida del individuo, como su nacimiento, profesión, vecindad, matrimonio y muerte».

Aunque tiene fijada su residencia en Madrid, Asturias está estrechamente vinculada a su trayectoria vital. Pasa los veranos en Ribadesella y muy a menudo viaja a Oviedo. «Más que un asturiano en el exilio, me considero un asturiano que sólo pasa en Asturias una parte de su tiempo, algo parecido a lo que sucedió durante mis años de aprendizaje, cuando era un ovetense que estudiaba en Madrid».

El genetista destaca que su trabajo científico, consistente en la elaboración de modelos matemáticos que exploran las posibilidades de diversos procedimientos de mejora genética, en particular la selección artificial, o bien las distintas estrategias evolutivas, condicionadas por el modo de acción de la selección natural, le permiten una cierta independencia geográfica que le posibilita residir en Asturias durante períodos relativamente largos de tiempo.