El brillante desafío de sustituir la electrónica por ondas lumínicas

El físico Pablo Alonso abre con una charla sobre cómo domesticar la luz la Semana de la Ciencia de la Universidad de Oviedo

Público asistente. | Fernando Rodríguez

Público asistente. | Fernando Rodríguez / Tino Pertierra

Tino Pertierra

Tino Pertierra

Objetivo: domesticar la luz. Es la proeza a la que se enfrentan investigadores como Pablo Alonso González, del departamento de Física de la Universidad de Oviedo. Una revolución que ayer sirvió para abrir la XXII Semana de la Ciencia y la Innovación organizada por la institución asturiana. La conferencia de Alonso, ardua en teoría, se hizo sencilla y amena en la práctica gracias a la maestría didáctica del ponente a la hora de hacer accesibles al público que llenó el Aula Magna conceptos que, como explicó el rector Ignacio Villaverde, hacen posible una ciencia que habite en la realidad, «no en la nebulosa del mito».

Pablo Alonso explicó que en el horizonte se vislumbra la gran aventura de «controlar la luz en escalas muy pequeñas». Nuestros móviles u ordenadores están basados en la electrónica gracias a los transistores. ¿Por qué no servirse de la luz, que viaja más rápido y evitaría, por ejemplo, la rigidez de los aparatos y su recalentamiento? «La luz es muy grande», apuntó Alonso, «aún no se puede comprimir a tamaños tan pequeños como sí hay en la electrónica», lo que permite contar con millones de transistores.

La charla se convirtió en un apasionante viaje científico por la historia: desde la conquista del fuego o el agua hasta los intentos por dominar la luz, desde el uso de un espejo por Arquímedes para hundir barcos romanos en Siracusa hasta el empleo de lentes, gafas, telescopios, láser, fibra óptica... Ahora el desafío es cambiar esos transistores minúsculos por ondas lumínicas: «Einstein decía que estudió la luz durante 50 años y se moriría sin saber qué es». Hermosa imagen: la luz como una ola del mar que llega continuamente y que viaja muy rápido: «Del Sol aquí tarda ocho minutos. ¿Podemos controlarla en un circuito nanoóptico? ¿Podemos fabricar un ordenador enrrollable y sin silicio haciendo operaciones solo con la luz?»

Pablo Alonso González, durante la conferencia. | Fernando Rodríguez

Pablo Alonso González, durante la conferencia. | Fernando Rodríguez / Tino Pertierra

Demasiado grande: «La electrónica vive en una nanoescala y la luz en otra mayor». Pero, ojo, hay materiales que pueden, para entendernos, hacer las olas más pequeñas. El grafeno es uno de ellos: «Tiene unas propiedades increíbles. Al estar en una sola capa, los electrones viajan muy bien». La felicidad de los átomos es importante para conseguir lo que parece imposible. Pablo Alonso habló de procesos de exfoliación, mostró las cualidades del grafeno (alta conductividad, transparente, más duro que el acero, flexible e impermeable), y desarrolló una ilusionante perspectiva para hacer el embudo perfecto que permite controlar esas ondas más pequeñas.

Destacó, en un colofón motivador, la importancia de la ciencia de alto nivel para Asturias como generadora de empleo y rompió una lanza de luz por fomentar la curiosidad de los jóvenes: «Hay tanto que aprender». Y tanto que conseguir: «Facilitar la vida a los demás». Y que tus átomos sean felices con ello.

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