La estatua del obispo Valdés Salas se baja de la peana de la Universidad y se queda al alcance de la mano

El rectorado inaugura "Los encuentros de la Casa Abierta" con la presentación de una réplica reducida del fundador accesible a personas invidentes

Nicanor Suárez e Hilario García tocan las dos reproducciones en 3D de la estatua de Valdés Salas.

Nicanor Suárez e Hilario García tocan las dos reproducciones en 3D de la estatua de Valdés Salas. / FERNANDO RODRIGUEZ

Lorena Landazuri

La icónica estatua de Fernando Valdés Salas, el obispo que sembró el germen de la Universidad de Oviedo, preside desde 1908 el patio del Edificio Histórico de la Universidad de Oviedo, elevada sobre una peana que impide tocar el bronce y hasta distinguir sus rasgos. Ayer, en la inauguración de «La Casa Abierta», la Universidad de Oviedo presentó una novedosa actividad: una reproducción a tamaño reducido de la pieza cuyo objetivo es permitir que, mediante el tacto, las personas con discapacidad visual puedan hacerse una idea de cómo es la escultura.

El trabajo, realizado por la empresa especializada en ingeniería de documentación tridimensional Dogram, fue impulsado por la institución a raíz de los requerimientos exigidos por la restauración de la obra original. «Cuando nos encargaron la labor de restaurar la estatua, decidimos contar con un escaneado en tres dimensiones para poder documentar el sistema de formación de la escultura y localizar las patologías de la obra», explica Natalia Díaz-Ordóñez, una de las profesionales encargadas de restaurar la estatua ubicada en el edificio de la Universidad. Gracias al escaneado en 3D se pudieron realizar réplicas de pequeño tamaño que ahora hacen accesible a todo el mundo el conocimiento de la obra. 

OVIEDO. PRESENTACION DE LA REPRODUCCION EN MINIATURA DE LA ESTATUA DE VALDES SALAS ADAPTADA A PERSONAS CIEGAS

OVIEDO. PRESENTACION DE LA REPRODUCCION EN MINIATURA DE LA ESTATUA DE VALDES SALAS ADAPTADA A PERSONAS CIEGAS / FERNANDO RODRIGUEZ

Conocer mejor la tarea de un restaurador es uno de los objetivos de «La Casa Abierta», que complementó esta primera actividad con una visita guiada y una charla en el Edificio Histórico a cargo de Díaz-Ordóñez. «La primera fase es la más importante, es la de la documentación, la de estudiar su material compositivo, su historia, cómo se hizo, qué avatares históricos ha sufrido», cuenta la restauradora. En el caso de la estatua de Valdés Salas, los expertos descubrieron anécdotas curiosas como, por ejemplo, un proyectil alojado en una de las patas de la silla. "Esto se documentó durante la labor de restauración y ahora, el proyectil está protegido y lo guarda la Universidad", indica Díaz.

Tras documentar el proceso de realización, se determina qué problemas presenta en la actualidad. «Tuvimos que eliminar materiales de alteración o problemas en las soldaduras, acumulación de agua... pero al final, todo salió de manera satisfactoria», añade Díaz-Ordóñez. Un trabajo en equipo durante dos meses y medio en el que participaron Rosa Álvarez, Cándida Bermejo, Sara González y Natalia Díaz, acompañadas de historiadores del arte y científicos, todo para devolver a la pieza del Edificio Histórico su mejor aspecto.

OVIEDO. PRESENTACION DE LA REPRODUCCION EN MINIATURA DE LA ESTATUA DE VALDES SALAS ADAPTADA A PERSONAS CIEGAS

OVIEDO. PRESENTACION DE LA REPRODUCCION EN MINIATURA DE LA ESTATUA DE VALDES SALAS ADAPTADA A PERSONAS CIEGAS / FERNANDO RODRIGUEZ

Sin embargo, a pesar del buen resultado obtenido, la tarea no estuvo exenta de dificultad, aunque para Díaz, saber comunicar cuál es la labor de un restaurador es quizá, la parte más compleja. "Nuestra función no es lograr que la pieza sea que fue en origen, ni es deseable ni viable, alterar toda la historia por la que ha transitado y hacer comprender que lo único que eliminamos son aquellas cosas que lesionan las piezas, sin intentar enmascarar en aras de la estética, sino que atendemos a la conservación", subraya la restauradora. En este caso, una de las peculiaridades que presenta la pieza de Valdés Salas es la pátina verdosa a pesar de ser de bronce. "En su momento fue de un tono marrón dorado, pero no intentamos revertir eso. Cuando el escultor recibe esa obra, ya sabe que se expondrá a la intemperie y por tanto, va a adquirir un nuevo color. Por ello solo eliminamos algunas sales, como cloruros, porque dañarían la pieza o las zonas de la cara, donde presentaba unos lavados terribles que deformaban el rostro", apunta Díaz.

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