Olvido García Valdés recibe el Reina Sofía de Poesía por «el trabajo de la vida»

La praviana reivindicó en el Palacio Real «la lectura receptiva y crítica» que propician los poemas, frente a un mundo de «banalidad y narcisismo»

Helena Montenegro / A. Rubiera

Olvido García Valdés (Santianes de Pravia, 1950) se vio ayer a sí misma en un entorno extraño. En el Palacio Real de Madrid, recibiendo de manos de la Reina emérita uno de los grandes galardones de las letras en castellano, el Reina Sofía de Poesía Iberoamericana. 

García Valdés, ensayista, traductora y poeta, confesaba esa extrañeza de "estar aquí hoy. Yo procedo de una familia asturiana de campesinos y, anciana ya, sigo siendo aún una niña de Santianes de Pravia en los años cincuenta. Hablaba entonces bable y he escrito después en castellano, pues más allá de los idiomas, escribimos siempre en una lengua que solo por extraña alcanza a ser de verdad íntima y propia. Y, como sabemos, es también la extrañeza lo más distintivo e inherente al amor".

Acababa así su discurso solemne antes de leer tres de sus poemas, con esa dicción que la hace tan propia. Tanto como su forma de llevar la vida a los libros. De hecho, también a eso se había referido minutos antes. A que "escribir poemas ha sido, para mí, el trabajo de la vida. No me refiero a una dedicación literaria, todo lo contrario. Una profesión que he amado, la de profesora de Instituto, me permitió tener con la escritura un vínculo de absoluta libertad", dijo, para reconocer que "esa labor espiritual de uno sobre sí mismo entra en el poema y, más que un yo, tiene que ver con la vida". 

Como otras veces, a Olvido García Valdés, octava mujer en ganar el Premio Reina Sofía de Poesía Iberoamericana y la primera asturiana en conseguirlo –también lo logró Ángel González y Antonio Gamoneda–, se la oyó decir que "un poema es un lugar raro donde se guarda la vida".

Entre recuerdos y saludos, a la escritora asturiana se le deslizó también la reivindicación de la "lectura receptiva y con fuerte sentido crítico" a la que inducen los poemas. Algo de lo que está necesitado el mundo, según el diagnóstico de quien fuera directora del Instituto Cervantes de Toulouse y directora general del Libro y Fomento de la Lectura. 

"La pobreza de la capacidad de lectura se traduce en el actual predominio de una literatura estéticamente conservadora. La industria del entretenimiento, la mercantilización ya casi total del libro, un mundo regido por la banalidad de las redes sociales, por la construcción de imágenes personales basadas en la mera exhibición o el puro narcisismo, parece abarcarlo todo", dijo García Valdés.

El libro de libros: "La caída de Ícaro"

La destacada jornada para Olvido García Valdés –que acumula algunos de los grandes premios de poesía nacionales– había empezado horas antes en el Palacio Real donde de mañana se presentaba la antología conmemorativa que lleva aparejado el Premio Reina Sofía, que convocan conjuntamente Patrimonio Nacional y la Universidad de Salamanca. Esa antología lleva por título "La caída de Ícaro" y, rodeada de menos solemnidad que la entrega del premio por parte de la reina emérita, propició que la autora contara cómo le había cogido por sorpresa lo de ganar el XXXI Premio Reina Sofía. Se encontraba en Úbeda, disfrutando del menú del día que en ese momento ofrecía el bar de debajo de su apartamento en el municipio jienense, cuando la llamada en pleno almuerzo provocó que "casi me atragantara". Lo contó en petit comité, entre los frescos que adornan la Cámara de la Infanta Isabel, una de las tantas salas que componen el Palacio Real en Madrid. 

Junto a la poeta praviana estaba en el Palacio Real, su antóloga, Amelia Gamoneda, catedrática de la Universidad de Salamanca, encargada de la introducción y edición de este recorrido por las siete obras que componen la bibliografía de Olvido García Valdés. A ambas les acompañaron la presidenta de Patrimonio Nacional, Ana de la Cueva, y el rector de la Universidad de Salamanca, Héctor Rivero. 

La catedrática contó que crear la antología de Valdés supuso un trabajo "delicado y puntilloso". El proceso lo llevaron a cabo de manera muy estrecha y supuso "una aventura apasionante" para Gamoneda. Por un lado, Olvido García se encargó de seleccionar los poemas y la editora, hija del Antonio Gamoneda, realizó la lectura para tratar los poemas como un libro unitario y "crear esa red de conexiones", en palabras de la antóloga. Así le gusta concebir su poesía a Valdés, como una unidad de poema que, después de haber trazado una compleja red entre cada uno, toma la forma de un libro. Así ha sido construida y finalmente concebida su antología: "Siento esa sucesión de libros casi como un solo libro", cuenta la poeta. 

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