Se trata de un trabajo que parte de un planteamiento complejo y contradictorio: unificar el palacio de Velarde y la casa Oviedo-Portal, además de varios edificios residenciales del casco antiguo. Se conservan las fachadas de valor intrínseco o ambiental creando un efecto teatral, un telón urbano o primera piel, recuerdo de la Rúa que fue. Dentro, se proyecta el museo con su propia fachada. Se crea un patio de manzana que es la charnela entre las distintas partes del conjunto, además de un elemento de escala adecuada al tamaño de la actuación. Estos patios y las entradas de luz cenital indirecta desde lo alto de edificio a través de las diferentes plantas son una experiencia estimulante. No olvidemos disfrutar del "espacio Navascués", uno de los beneficiados por la cascada luz y que desde ahora es mi lugar favorito del museo.