Más que interesarme por las instalaciones, mi tesis es que considero que es una oportunidad porque llevamos muchísimos años solicitando un centro de arte contemporáneo, de hecho prácticamente todas las autonomías lo crearon, y en cierto modo el museo lo suple ahora aunque no lo sustituye. O al menos eso espero. Lo que hicieron aquí fue la Laboral y el Niemeyer, proyectos que, pese a lo que digan, han fracasado. El Museo de Bellas Artes de Asturias no depende sólo de su director, sino de las políticas de los gobiernos y tienen que dotarlo de medios, de personal y económicos, y han de tener voluntad política para impulsarlo.

La existencia de una política cultural de inmersión en el arte contemporáneo es una de las actividades de las que estamos más ayunos, sobre todo tras la desaparición de la Obra Cultural de la Caja, la escasez de exposiciones en la sala Sabadell Herrero y el cierre de galerías. Y es importante que la gente se culturice, que aprenda, que se eduque en el arte plástico. Y ésta es una ocasión para que en cierta manera el museo actúe también. Hay que llenarlo de contenido y no sólo atraer a los turistas, sino a la gente de Asturias, potenciando las actividades. Es una oportunidad de que haya algo a manera de centro de arte contemporáneo y que actúe como tal. Que den dinero y que apoyen esta idea. Debería caérseles la cara de vergüenza de que una colección magnífica de 15.000 piezas tenga un único técnico conservador que además es el director.

Las instalaciones son espléndidas y podemos ver una colección de artistas asturianos de nuestro tiempo. El arte lo que necesita es luz y espacio.