Meryl Streep: "Me aterroriza la parte de celebridad y famoseo que conlleva ser actriz"

"Este premio es muy importante por las personas que lo han recibido por hacer cosas reales", afirma junto a Antonio Banderas en un enfervorecido Calatrava

Meryl Streep: "De pequeña me parecía frívolo ser actriz"

VÍDEO: Amor Domínguez/ FOTO: Luisma Murias

Tino Pertierra

Tino Pertierra

Solo faltaron los grandes focos que deslumbran a las estrellas para que el Palacio de Congresos de Oviedo fuera ayer como un gran estreno en Hollywood: un público enfervorecido en modo fan que abarrotó el Calatrava y en el escenario dos figuras del cine mundial. Antonio Banderas como entregado anfitrión charlando en formato cómplice con Meryl Streep, premio "Princesa de las Artes". Quién le hubiera dicho al actor español hace 41 años, cuando actuó en Oviedo teniendo él 21 que mucho tiempo después volvería para hablar con la actriz en "un lugar y un evento impresionantes", y con la que compartió cartel en dos películas.

Y quién podría pensar que ella, a estas alturas de la película, aunque tuviera la certeza desde muy joven de que quería ser actriz, no llevara nada bien "la parte de celebridad y famoseo" que conlleva, y que le "aterroriza". No lo buscaba, se lo encontró como peaje por trabajar en lo que más la gusta. Y cuando eso ocurre "te desborda como un tsunami. Tendría que estar acostumbrada ya, pero no lo estoy. Hay muchas personas que quieren ser actores por esa razón y yo nunca quise eso".

Desbordó simpatía Streep (entró y se tumbó tan pancha en el sofá del escenario entre risas) ante los 2.000 espectadores que asistieron al evento "Sin guión. Encuentro con el público". Y la empatía es uno de los fuertes de un emocionado Banderas. El actor recordó que se había fijado al trabajar juntos "en su lado humano. Su cercanía. Su personalidad sencilla y compleja.

Meryl Streep, boquiabierta al ver la audiencia reunida desde hacía horas en sus butacas ("oh, my God!"), hizo un flashback para recordar su debut con once años en el teatro: "Me enamoró esa sensación. Sobre todo, los aplausos. Supe que era lo que quería ser". Su padre era hombre de negocios que "recobraba la vida tocando el piano. Y mi madre" –atención, qué bonita escena– "nos despertaba dos veces al año y nos decía: es tu día, no hay colegio. Y nos llevaba a Nueva York a ver teatro. Nos transmitió ese amor".

Pero su relación con la actuación tuvo sus "tira y afloja porque no siempre lo tuve claro. Pensaba que era frívolo ser actriz, cuando fui más mayor entendí que no era solo vanidad, que había algo más ahí. Lo que sí deseaba era aprender todo tipo de cosas. Al crecer me convencí de que actuar era importante, o podía haberlo sido. No estaba segura de cómo entregarme". Entró en una escuela de teatro (la más barata), trabajó de camarera para pagárselo, valoró las cosas en su justo precio y lo necesario llegó: "Mi imaginación despegó". Estudió Derecho y "ya estaba preocupada por el medio ambiente".

Subrayado en rojo: "El hambre de expresarte es esencial para ser artista". Ligado a ello, la importancia de "convencerme de que mi punto de vista era importante". Revelador: cómo atrapa conseguir "la conexión con vidas independientes, filtrar lo que sabes a través de los ojos de otra persona".

Enhebraron Banderas y Streep una amena conversación en la que él desnudó algunos de sus pensamientos más íntimos (sus penurias emocionales de tristeza atroz cuando sufrió un infarto) y ella reflexionó sobre su oficio y los entresijos de la industria. Destacó los problemas del público masculino para identificarse con un personaje femenino: "Para una niña es fácil hacerlo con Peter Pan, porque una niña no se identifica con Wendy".

De ahí que gracias a "El diablo viste de Prada" por primera vez los hombres se sintieron identificados con un personaje suyo por la "actitud" del personaje al ser "la jefa" con mucho poder. Sobre "La dama de hierro", Streep bromeó: "Nadie quería identificarse con Margaret Thather", aunque, para ella, la película trataba en realidad "sobre el envejecimiento y las decisiones que se toman en la vida".

Abordó Banderas a partir de su propia experiencia los cambios en la industria de Hollywood respecto a las minorías, con más protagonistas de origen hispano o afroamericano. Y Streep matizó que esta situación llegó cuando los dueños de las productoras vieron que podían ganar pasta con películas de superhéroes hispanos.

"Hubo una serie de películas que no eran tan importantes, pero educaron a la gente encargada de los platos de que existía un público a la que les interesaban esas historias", subrayó. Los responsables de las grandes productoras suelen ser hombres blancos de 50 ó 60 años a los que se debe "demostrar que existen otras historias con la que pueden ganar dinero". Puso el ejemplo del megaéxito de "Barbie", dirigida por una mujer.

Emoción y nervios antes del encuentro con Meryl Streep y Antonio Banderas: "Poder estar aquí es una lotería"

Amor Domínguez

Pasó de puntillas sobre la política, salvo cuando habló sobre la diferencia entre Europa y EE UU respecto al apoyo institucional a la cultura y afirmó que su país es "políglota" y allí "nadie esta de acuerdo con nada, es difícil conseguir esa unión y buscar un incentivo para hacer cualquier cosa. En Europa la literatura de cada país es muy profunda y lo nuestro es bastante reciente, principalmente del siglo XX. Todo lo de EE UU desde hace mucho tiempo es con ánimo de lucro. La idea de un teatro nacional, por ejemplo, necesita una subvención del gobierno y el gobierno ni siquiera funciona en EE UU".

Acostumbrada a recibir premios del mundo del cine, Streep valoró la importancia de recibir el "Princesa de las Artes": "Este premio que me dan aquí es muy importante, por las personas que lo han recibido por hacer cosas reales". Y, sin apartar la modestia, admitió que su contribución no puede compararse con trabajos como la microbiología molecular, "aunque entiendo lo que muchas personas sienten cuando van al cine o al teatro. Estoy muy emocionado por estar acompañada de todas las personas que han recibido este premio". "En nuestro trabajo imaginamos lo mejor y lo peor de los seres humanos, sus luces y sus sombras", reflexionó. Ayer, ante 2.000 cómplices entusiastas, Sterep y Banderas solo trajeron luz. Cámara. Emoción.

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