En una tarde mágica, de ilusión y de creer, el Sporting de José Alberto dejó como regalo un jarro de agua fría a la afición rojiblanca. La falta de pegada, que ya había amenazado con un disgusto las últimas jornadas, se cobró ayer la primera derrota de la era José Alberto en el banquillo. Los rojiblancos pudieron dejar prácticamente sentenciado el partido en una buena media hora inicial de juego, pero solo llegó un tanto de Djurdjevic. El Zaragoza reaccionó, le dio la vuelta al marcador, y jugó desde ahí hasta el final muy cómodo. Ni con 51 minutos de juego por delante el Sporting dio sensación de poder ni siquiera empatar. Sí que hubo una ocasión clara de Djurdjevic en un remate de cabeza para firmar las tablas. Pero el equipo transmitió muchas precipitación y falta de claridad de ideas.

El efecto de José Alberto se diluyó ante el de Víctor Fernández, un veterano de los banquillos que ha conseguido en dos semanas resucitar al Zaragoza. En El Molinón el conjunto maño se sobrepuso a la modorra inicial para luego tirar de efectividad y aguantar con tranquilidad el intento de reacción de los rojiblancos, que acusaron junto a la falta de pegada la fragilidad defensiva, en una tarde en la que Babin no se repuso de la gripe y le sustituyó Álex Pérez en el centro de la zaga. Sin el de Martinica, el Sporting rompió la solidez que le hizo dejar su portería a cero en los tres últimos encuentros. Y además se recuperó el viejo vicio de la excesiva participación de los centrales, en el caso de ayer Álex Pérez y Peybernes, abusando del balón largo. El Sporting, como ya sucedió hace cinco años, perdió en casa el día de la Cabalgata de Reyes ante el Zaragoza, y prolonga su mal fario con el primer partido del año. En lo que va de siglo sólo ha logrado tres triunfos y ha perdido con la de ayer ya en diez ocasiones.

El frenazo a la reacción debe servir como aviso a un equipo que dio muestras en noviembre y diciembre de su potencial con la llegada de José Alberto, pero que debe generar más fútbol, bajar sus revoluciones y jugar con más calma, y aprender de la derrota. Quizás llega demasiado pronto, pero tiene que servir para concienciar a equipo y afición de la dureza de la categoría, y la dificultad que tendrá para engancharse durante la segunda vuelta al play-off de ascenso. También la derrota abre el debate sobre la conveniencia de jugar con dos puntas, un sistema con el que el Sporting no acaba de sentirse del todo cómodo, y con el que las actuaciones de Blackman han ido de más a menos.