Nati se gana el brazalete en el Sporting femenino

La nueva capitana lleva 5 años yendo a entrenarse a Mareo desde Cabrales, donde ayuda en el bar familiar mientras estudia auxiliar de enfermería: “Es un honor”

Nati Sobero, durante un entrenamiento. | RSG

Nati Sobero, durante un entrenamiento. | RSG / J. M. CARBAJAL

J. M. CARBAJAL

Natalia Sobero González (Trescares, 5-7-2001) es la nueva capitana del Sporting de Gijón Femenino, entidad a la que llegó hace un lustro procedente del Urraca CF, de Posada de Llanes. Actúa en la demarcación de delantera y luce el dorsal “9” a la espalda. “Ser capitana del Sporting es un gran honor. Es un nuevo reto para mí”, asegura la joven deportista peñamellerana tras recibir un brazalete que se ha ganado con mucho esfuerzo.

Nati, como la conocen sus amistades, comenzó a darle patadas al balón en el equipo de fútbol-sala del Colegio Público de Las Arenas (Cabrales), con 5 años de edad, siendo su primer monitor David Prieto. A los 13 fichó por el infantil del Urraca CF, con Servando Taladriz de técnico. No tardó mucho tiempo en despertar la atención de la selección asturiana, acudiendo a infinidad de convocatorias y defendiendo la elástica azul en campeonatos de España en diversas categorías.

El Sporting Femenino consiguió captarla y ahí comenzó otra andadura, no exenta de problemas, pues sus padres, Palmy González y Pepe Sobero, hubieron de sacrificarse para llevarla a entrenamientos y partidos, tanto 120 kilómetros de ida como otros tantos de vuelta, para cumplir con el Sporting y con la selección del Principado. Y eso sin dejar de lado los estudios. Aunque pensaba enfocar su futuro hacia algo vinculado a la Educación Física, la realidad es que está cursando Auxiliar de Enfermería en el Colegio López y Vicuña, en Gijón.

Sin embargo, una faceta muy poco conocida de Nati es que ayuda durante los veranos, desde hace cuatro años, ejerciendo de camarera en el conocido establecimiento hostelero “Garganta del Cares”, en Poncebos (Cabrales), donde arranca la famosa ruta de montaña. Tras una temporada francamente agotadora, finalizó su tarea estival en ese negocio familiar. Y es que todos los días, a las cinco de la tarde, tenía que poner rumbo a Mareo para no fallar a los entrenamientos de pretemporada. No faltó ni una sola jornada. Ejemplo de capitana.

“Te garantizo que es muy currante. Alegre, simpática, siempre sonriendo con los clientes”, dice Palmy González sobre el trabajo de su hija en Poncebos a lo largo de julio y agosto, con miles de turistas y visitantes recorriendo el área de Picos de Europa. Ahora, centrada en la temporada futbolística, Nati ya piensa en el fútbol, pero sin tener que estar dependiendo de los continuos viajes a la Villa de Jovellanos desde Peñamellera, a la vera del Cares, pues residirá en Gijón.

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