Tuilla (Langreo),

Andrés VELASCO

Los vecinos de la localidad langreana de Tuilla no dudan ni un segundo de quién está siendo el mejor jugador del Mundial y por las botas de qué hombre pasan las aspiraciones de la Roja. David Villa, ese chaval al que de pequeño «le tenían que meter los bajos de los pantalones cortos porque le quedaban grandes», tal y como evoca José Manuel Magadán, utillero del Langreo cuando el Guaje jugó para los azulgranas, se ha convertido por derecho propio en una estrella. Y en su pueblo, como no podía ser de otra manera, hasta le disculpan los pocos fallos a los que los tiene acostumbrados. «Contra Honduras, el penalti que falló David no fue su culpa, es que en Sudáfrica las porterías son más pequeñas», bromean sus amigos. Para el sábado se prepara más fiesta en Tuilla. «Y para celebrarlo nos vamos a comer un kilo de paraguayos», afirman.