Entre los diversos pueblos con encanto que el viajero se puede encontrar cuando visita el concejo de Nava se encuentra Ceceda, en un valle de singular belleza, rodeado de árboles, con sus casas tradicionales y esos hórreos bajo los cuales se desarrolló una cerámica singular. Una tradición alfarera poco conocida -y sin embargo aún recordada-, pues Ceceda fue un pueblo conocido por la fabricación de ollas de barro realizadas exclusivamente por las mujeres bajo los hórreos o también en las corradas de las casas, con un torno muy fino con el que daban forma a diferentes tipos de vasijas que luego eran objeto de trueque, bien por otros alimentos, bien por objetos de hierro.

Ceceda es también el pueblo donde se asienta un establecimiento singular: el bar restaurante Casa Colo, que abrió en 1934 de mano del matrimonio formado por Pancho y Amparo tras volver de Cuba. Con el nombre de Casa Pancho funcionó como tal hasta 1937, cuando, a causa de la Guerra Civil, cerró hasta 1940 y fue regentado por este matrimonio hasta 1960, fecha en la que uno de sus hijos, Nicolás, Colo, retoma al negocio tras el fallecimiento del padre y, junto a su mujer, Lola Sánchez, opta por remozar el local cerrando el bar tienda para convertirlo en restaurante.

Lo cierto es que, a partir de que la madre de Loli González se hace cargo de la cocina, el incremento de clientes sube como la espuma y, con los años, van ampliando el salón comedor, la terraza y hasta la casa, pues en su segundo piso hay también tres coquetos y acogedores comedores para pequeños grupos.

En cuanto a la historia del que es su plato representativo, el filete al queso, cuenta con gracia Loli González que su padre, Colo, cuando iba a ver a su novia, que luego sería su mujer, se quedaba en Infiesto, «en una pensión donde la señora María Valeria les hacía el filete al queso que a mi padre le gustaba muchísimo. Por eso cuando empezaron con el bar mi padre le dijo a mi madre que por qué no lo hacía ella; y lo hizo tan bien que ahora es nuestro plato más conocido». De aquellos primeros años también fueron famosas sus cebollas rellenas, la croquetas, las empanadillas y la tortilla. El éxito de este local se debe, en los últimos veintidós años, a Loli González Sánchez, que ha sabido convertir este filete al queso en todo un referente de la gastronomía naveta. «Yo nací en esta casa, aquí viví siempre y aquí sigo al pie del cañón», dice con simpatía.

En este lugar singular, casona entrañable donde los recuerdos forman parte imprescindible de su escenario gastronómico, se puede degustar, además de su filete al queso, unas buenas croquetas caseras, repollo relleno de merluza y marisco, cebollas rellenas de carne, berenjenas rellenas de carne, setas rellenas de pitu de caleya, lengua estofada, rabo de buey, manos de cerdo y codillo. Entre la gran variedad de postres, están su tarta de queso con arándanos o con fresas, helado de turrón con chocolate caliente, fritos de leche, tocinillo, mousse de almendra y arroz con leche. La perfección la roza su terraza, asomada a un valle de espectacular belleza en todas las estaciones del año.