Los manzanos no pueden estar más impresionantes en estos días en la hermosa pomarada del llagar y restaurante La Hacienda de la Abuela en el barrio de La Vega, en El Valle (Carreño), donde Mariol Rodríguez Suárez, al frente de los fogones, y su marido, José Manuel Buznego Ruíz, encargado de sala y del trato directo con el cliente, han logrado una sabia combinación de cocina tradicional y entorno natural allí donde levantan su local, en medio de una finca verde intenso y con unos árboles listos para recoger el fruto.
Es un lugar, que estos días de otoño, luce como pocos; lleno de luz y muy cuidado que recuerda, a quienes pasamos la infancia en la aldea, los días de correrías por el pomar de los abuelos.
No menos acogedor es su comedor. Allí manda la madera, las mesas amplias y una pipa que, al fondo, incita a acercarse para escanciar unos culetes mientras se saborean, por ejemplo, unos chorizos a la sidra y se observa, tras el ventanal, lo guapo que se ha puesto el paisaje. Ese momento de relax, de estar donde se quiere estar sin mirar el reloj lo define muy bien Mariol Rodríguez: "Lo que ofrecemos aquí es una carta de picoteo con algunas elaboraciones tradicionales porque hacemos espichas y otro tipo de eventos además de atender a particulares; todo cocinado con buena materia prima, con querencia y con tiempo, pero también pensando en clientes que buscan además tranquilidad , disfrutar del momento y, si el tiempo acompaña, de comer o picar algo en exterior, disfrutando de la pomarada y la naturaleza.", señala.
Y añade: "aquí no se doblan mesas, la gente se queda mientras les apetece de sobremesa". No en vano los niños son los que más disfrutan correteando por la pomarada.
Los precursores de este lugar son José Ramón Rodríguez y Consolación Suárez Medina, ambos jubilados y padres de Mariol, quienes sobre el año 2004 decidieron llevar adelante la plantación del pomar. En 2010 empezaron ya a fabricar su sidra además de abrir su llagar, principalmente para realizar espichas y que en los últimos años también se ha convertido en lugar favorito de familias con niños, grupos de amigos y parejas que les gustan los establecimientos como este, con una carta de picoteo donde nadie queda con hambre.
Bien es cierto que Mariol ha tenido una buena maestra en los fogones, su madre, Consolación, quien, además, regentó muchos años una carnicería en Gijón.
Abren solo los sábados, domingos y festivos, así como cualquier día por encargo si es para un mínimo de 25 personas. Entre lo rico que allí se sirve están sus callos caseros, los tortos con picadillo, croquetas de jamón o de compango, carne guisada al estilo de Consuelo –que es la abuela de La Hacienda, por cierto–, huevos fritos con patatas y chorizo, cecina aliñada o una buena tabla de quesos asturianos y/o embutido. No faltan los escalopines, su afamado cachopo o quesos asturianos. Los postres, caseros, corren a cargo de Mariol, que disfruta con sus elaboraciones.
Por encargo hacen tortilla de patata, fabada y chuleta o entrecot. También para un mínimo de 25 personas y por encargo hacen cordero a la estaca. Además, venden allí su sidra, Guimarán, elaborada por ellos. Y si coincide que está por allí José Ramón Rodríguez, la clientela podrá disfrutar no solo de su cordialidad y cercanía, sino también de lo mucho que sabe de sidra, del trabajo del campo y del amor por las raíces.
Tanto él como su yerno muestran con gusto el llagar a cuantos estén interesados en saber cómo se realiza todo el proceso de la elaboración de la sidra.
Imprescindible reservar en el 651518672. A partir del 2 noviembre cierran dos semanas para hacer sidra.