La mujer y sus corsés

Vicky Krieps.

Vicky Krieps. / Beatriz Martínez

Beatriz Martínez

“Nadie quiere a nadie. Pero si nos quisieran nos gustaría que fuera por lo que somos en realidad, no por lo que aparentamos ser”. Es uno de los monólogos internos que aparecen en este "biopic" sobre Isabel de Baviera que juega a la irreverencia pero que, en realidad, contiene una gran carga reflexiva en torno a los corsés, a las limitaciones a las que han estado sometidas las mujeres a lo largo del tiempo.

La emperatriz Sisí fue una monarca triste, quizás porque era demasiado inteligente para soportar el cinismo de la corte, de manera que los privilegios de los que gozaba terminaron por consumirla y asfixiarla en su jaula de cristal.La directora austriaca Marie Kreutzer reactualiza la figura de esta heroína del pasado únicamente alabada por su belleza para adaptarla a la nueva visión de los tiempos y acercarnos a su calvario palaciego casi a modo de pesadilla en la que la opulencia del entorno contrasta con la falta de libertad y la necesidad de respirar.

En su intento, el personaje intentará rebelarse, incomodar, consciente de que su posición la protege de ser internada en ese manicomio al que asiste regularmente en el que se interna a las mujeres por adulterio o cualquier conducta considerada como indigna.

Vicky Krieps se sumerge en las contradicciones de este personaje aportando luz y melancolía. Más allá de las peinetas a su marido, de sus amoríos, del consumo de estupefacientes, en definitiva, de todo el catálogo de incorrecciones que se plasman en el filme de manera punki (y contemporánea), su verdadera esencia aparece en los momentos de soledad, en su mirada perdida, en sus ojos repletos de vacío existencial.

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