Parece extraño pensar que una determinada hora del día pueda afectar al coste final en el recibo de la compra. En cambio, no lo es tanto si se tienen en cuenta ciertos aspectos.

Un estudio lo ha hecho, identificando qué variantes nos hacen comprar un determinado producto en lugar de otro. Los resultados son sorprendentes y, después de leerlos, estoy seguro de que nunca más volverás a ir de compras así.

Nuestra mente tiene un poder realmente sensacional sobre el cuerpo. ¿Cuántas veces, por ejemplo, ha sido la causa de nuestros males, provocándonos trastornos psicosomáticos? Pero eso no es todo, porque la mente también es capaz de influir en nuestras acciones. Comienza con la elección de lo que se va a comprar hasta las decisiones más importantes. Sin embargo, comprar implica un coste y si éste está influenciado por nuestra mente mejor intentar controlarlo, ¿no? Pero, ¿qué hacer cuando se está en el supermercado?

La respuesta es muy sencilla: si quieres ahorrar dinero y evitar comprar comida basura, nunca debes ir a comprar cuando tengas hambre. De hecho, un estudio realizado en 2013 en Estados Unidos demostró que la tendencia a comprar alimentos calóricos es mayor cuando se tiene hambre, con resultados confirmados tanto en el laboratorio como en el supermercado. La investigación, recogida en este artículo de JAMA Internal Medicine y realizada por un equipo de investigadores de la Universidad de Cornell en Ithaca, fue la siguiente. Los investigadores pidieron a 68 personas divididas en dos grupos que ayunaran durante cinco horas. Pero sólo un grupo recibió galletas antes de comenzar la prueba.

Después, todos los asistentes entraron en una especie de "supermercado virtual" para hacer la compra y adquirir lo que querían. Ambos grupos eligieron alimentos bajos en calorías, pero sólo aquellos a los que no se les ofrecieron galletas eligieron seis de alto contenido calórico.

Para excluir que el entorno virtual influyera de algún modo en las decisiones de los sujetos, Brian Wansink, que dirigió la investigación, fue a un supermercado cualquiera y entrevistó a 82 personas en diferentes momentos. Les pidió que mostraran lo que habían comprado. Al comparar entonces los productos calóricos y los bajos en calorías, los investigadores observaron que había menos productos calóricos después del almuerzo y hasta las 4 de la tarde.

En resumen, si tenemos hambre, nuestro cuerpo enviará estímulos al cerebro, que a su vez nos impulsará a buscar cualquier cosa que pueda saciarnos. Por ello, los autores del estudio concluyeron la investigación con el consejo de romper el ayuno a media mañana y por la tarde con una merienda saludable. ¡Así evitaremos derramar nuestra hambre en los estantes del supermercado!